domingo, 22 de junio de 2008

El poder de las cacerolas

“No es necesario hacer un detallado repaso de nuestros males para saber que nuestro pasado está pleno de fracasos, dolores, enfrentamientos, energías malgastadas en luchas estériles, al punto de enfrentar seriamente a los dirigentes con sus representados. Al punto de enfrentar seriamente a los argentinos entre sí”. (Néstor Kirchner, párrafo del discurso en el Congreso de la Nación, 25 de mayo de 2003)

El conflicto entre el campo y el gobierno que lleva más de cien días ha sido de un dinamismo notable. Es que en medio de los dos actores –campo y gobierno- está la opinión pública, la sociedad, en definitiva: la gente común que cacerola en mano se ha manifestado saliendo a la calle a hacer escuchar su voz. Esta costumbre, arraigada sobre todo en la clase media y que nació espontáneamente en 2001 como forma de manifestación pacífica contra decisiones gubernamentales, ha logrado poner nervioso a más de uno en el círculo íntimo y no tan íntimo del matrimonio Kirchner.
El cacerolazo del lunes por la noche, que se hizo sentir en todo el país, fue una demostración clara del descontento social, no solo por el enfrentamiento que tiene el gobierno con el campo sino además por un estilo de conducción que no es bien visto por el común de la gente.
Si bien es cierto que Cristina Fernández de Kirchner fue electa por el 46% de los votos, tal como se encargó de hacer notar, el lunes por la noche ante las cámaras de televisión en Plaza de Mayo, la ministra de defensa Nilda Garré, quedó muy en claro que el crédito que tiene el gobierno no es ilimitado y que la opinión pública está dispuesta a hacerse escuchar.
El poder de los cacerolazos hizo reflexionar a muchos, principalmente a la clase política dirigente en todos los ámbitos. El gobierno se vio obligado a no seguir en su “autismo” característico tratando de minimizar una crisis que excede al sector agropecuario.

Un Kirchner irónico
Néstor Kirchner, en su carácter de presidente del Partido Justicialista, convocó el día martes a una conferencia de prensa –algo que nunca había hecho- en un intento por descomprimir la tensión política y social vivida el día anterior.
El ex presidente, tratando de dar una imagen totalmente distendida y segura, se encargó de justificar las retenciones móviles diciendo que “tienden a la distribución del ingreso y a defender la mesa de los argentinos”.
Kirchner criticó duramente al periodismo y pidió “ecuanimidad” en las coberturas periodísticas. Arremetió además contra el grupo Clarín, el diario La Nación y hasta cayó en el sarcasmo contra un periodista de Radio Continental. Cuando éste se presentó, el ex presidente le preguntó: -¿grupo Prisa no?, en referencia al grupo español propietario de la radio, para luego agregar: “no, está bien, yo sé a qué te mandan a vos” y pidiéndole que no se pusiera nervioso, en un rasgo más del engreimiento que caracteriza al presidente del PJ.
Cabe preguntarse que si Néstor Kirchner reniega tanto del periodismo y de los medios de comunicación ¿para qué llama a una conferencia de prensa?. Es indudable que en la lógica K los periodistas y los medios que son críticos de las acciones del gobierno no son lo suficientemente “ecuánimes” como él desearía.
El flamante jefe del PJ justificó además la convocatoria al acto en la Plaza de Mayo en apoyo al gobierno de su esposa, “a ellos ( en referencia a los ruralistas y opositores) le gustará andar con cacerolas –dijo entre risas- a nosotros nos gusta ir a la Plaza de Mayo y vamos” afirmó Kirchner.
Una hora después de concluida la conferencia de prensa en el hotel Panamericano, la Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner en su discurso en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno y por cadena nacional comunicaba que la resolución 125/08 sobre las retenciones móviles sería enviada al Congreso de la Nación para su rechazo o aprobación.

La jugada del gobierno
La medida tomada por el gobierno de dar participación al Parlamento nació de una carta pública del vicepresidente Julio César Cobos que pedía la intervención del Congreso de la Nación en el tema de las retenciones móviles.
El ideólogo de la carta –junto con el radical K- habría sido, ni más ni menos que el eterno Enrique “Coti” Nosiglia, el llamado “monje negro” que fue y sigue siendo el nexo entre radicales y peronistas desde hace casi un cuarto de siglo con el advenimiento de la democracia.
La carta fue consensuada con Cristina y Aníbal Fernández como una forma de buscar la punta del complejo ovillo en que se ha transformado el conflicto del gobierno con el campo. Entre los dos convencieron a Néstor Kirchner –totalmente intransigente con el campo- de que sería una forma de descomprimir la tensión social reinante.
El gobierno se juega una ficha segura ya que cuenta con la mayoría parlamentaria y, de no mediar algún imprevisto, se lograría ratificar la resolución 125/08 en el Congreso de la Nación.
El gran interrogante es qué posición adoptará el sector agropecuario si la resolución es aprobada en el Congreso. La lógica diría que se debería acatar lo que determine el Parlamento, pero... ¿sucederá eso?
El enfrentamiento del gobierno con el campo lejos de terminar pareciera que se retroalimenta conforme van sucediendo los hechos, en una puja que varios historiadores argentinos han denominado como un hito histórico que no es comparable con otros conflictos, ya que es la primera vez que un gobierno enfrenta con tanta virulencia al campo.
Cómo y cuándo terminará esta crisis cuesta imaginarlo. Lo que la gente común se pregunta es en qué condiciones políticas y económicas estará el país cuando este conflicto se solucione.

Claudio Carraud
ccarraud@hotmail.com

Publicado en Gualeguay al día el 22/06/08

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