sábado, 4 de julio de 2009

“Al sistema cubano le di lo mejor de mi vida pero me defraudaron, me traicionaron”

Reportaje a la médica cubana Hilda Molina

Llegada de Hilda Molina a Buenos Aires
Hilda Molina, es cubana, médica neurocirujano y una de las científicas más importantes que ha tenido Cuba.
Desde hace más de quince años viene luchando por los derechos que –en su país- están restringidos por el régimen Castrista.
Su hijo, médico, reside en nuestro país; su esposa y sus dos hijos son argentinos.
El año pasado el gobierno cubano permitió la salida de la madre de la doctora Molina para viajar a Argentina y poder reunirse con su nieto y sus bisnietos, a quienes no conocía.
Hilda Molina no tuvo la misma suerte porque no se le otorgó el permiso para viajar. Finalmente, y luego de mucho tiempo de lucha, el gobierno de Raúl Castro le otorgó, el mes pasado, el permiso de viaje para poder venir a nuestro país, reunirse con su familia y ver a su madre que estaba muy delicada internada en la terapia intensiva del Hospital Tornú. Merced a las gestiones que había realizado en su momento el gobierno argentino y al delicado estado de salud de su madre, la doctora Hilda Molina llegó a Buenos Aires, la madrugada del 14 de junio, para reunirse con su familia.

- ¿Cómo está pasando estos días en nuestro país?
- Todavía me parece que no es real…

- Ya se va a cumplir casi un mes…
-Sí, llegué aquí el día 13, amanecer del 14, faltan unos días para un mes. Imagínese, disfrutando de mis nietos, cuidando a mi mamá, mi hijo, mi nuera… todavía me parece que no es real.

- Cómo fue el encuentro con su familia, con sus nietos, que usted no conocía…
- Ellos se han comportado conmigo como si me hubieran visto toda la vida. El mayor ya es un jovencito y el otro es un niño encantador de 8 años. Ellos me tratan con mucha naturalidad; yo los miro como con timidez, yo traigo tanta carga psicológica, tanta tristeza de la vida mía en aquel lugar, en aquel infierno; no se puede definir de otra manera. Todavía no me parece real que pueda estar junto a ellos, que pueda conversar con ellos, que pueda ver que me dicen abuela, que pueda ver a mi hijo y su esposa viviendo como una familia normal, que pueda atender a mi mamá que está muy delicada; gracias a Dios a podido salir de aquella terapia donde estuvo tan grave, porque los médicos argentinos hicieron realmente un milagro con ella.

- ¿Cómo se dio su salida de Cuba? Fue bastante rápido todo…
- A mí me avisa mi familia, dos semanas antes de que a mí me dieran el permiso, que mi mamá está grave, ingresada con una insuficiencia cardiaca con un fallo renal, en una terapia intensiva, imagínese como yo me desesperé. Entonces le hice una carta al general Raúl Castro, que es el presidente Cubano ahora, explicándole la situación y pidiéndole que lo comprobara -ellos tienen todos los mecanismos para comprobar las situaciones- y diciéndole que como ellos tenían tanto interés en tenerme en Cuba, yo estaba dispuesta a ir a una iglesia y delante de Dios hacer un juramento formal de que cuando yo le cerrara los ojos a mi madre, regresaba para Cuba para que hicieran conmigo lo que quisieran, pero que no podía pensar que mi madre se fuera a morir desesperada, en una terapia de otro país, pidiendo ver a su hija. Además de eso, empecé a apelar de nuevo a la Iglesia Católica, a personalidades de todas partes, se hicieron cadenas de oración en Cuba porque mi mamá es una católica comprometida y es muy querida en la comunidad católica cubana; se movió el gobierno argentino, obviamente supo la situación que había y volvieron a insistir en sus gestiones hasta que el día 12 de junio recibí sorpresivamente la noticia de que pasara por el departamento de migración a recoger mi pasaporte.

- Fue una verdadera sorpresa, me imagino…
Sí, fue una sorpresa muy grande porque allá en Cuba, mi pasaporte me lo tienen retenido y no me lo dan. A otras personas se lo dan porque en Cuba con el pasaporte no se puede hacer nada, hay que tener el permiso de viaje que hay que tramitarlo después del pasaporte. Yo le pregunté a la oficial que me estaba atendiendo si yo podía iniciar mi permiso de viaje y me dice “no, no, aquí tiene su permiso de viaje”; me lo entregó todo junto.

- ¿Y cuál era, hasta ahora, la explicación del gobierno cubano de negarse a su salida de Cuba?
- La explicación que ellos me dieron -siempre verbalmente- fue que yo era una científica muy importante y que mi cerebro era patrimonio del país. Yo creo que el motivo es que no se ha producido en toda la historia de este sistema comunista que ya tiene 50 años en Cuba, una situación de que una persona que hubiera llegado a la posición científica que yo llegué; inclusive a través de esa posición científica era diputada en el parlamento unicameral cubano, que dentro del país le hubiera renunciado como yo lo hice, públicamente, hubiera roto con el gobierno, lo que hice hace más de quince años, eso nadie lo ha hecho antes en Cuba. Y a mí me habían condecorado con las más grandes condecoraciones que le dan a los científicos y yo devolví todo eso como protesta. Yo estaba disgustada por muchas cosas, pero fundamentalmente por la discriminación que sufren en Cuba los pacientes cubanos con respecto a los extranjeros. Es decir, que los pacientes extranjeros son mejor atendidos que los cubanos y que se pretendía que eso sucediera en la institución que yo había fundado y que dirigía.

- Ahí nace su división pública con el gobierno…
-Sí, yo venía disgustada desde hacía tiempo por cosas, pero decía; yo no soy política, yo soy médico, científica, y quiero poder atender a mis compatriotas. Luche mucho por ese Centro. Busqué asesoría, ayuda de los científicos de todas partes del mundo a los cuales les escribía constantemente y ellos fueron a Cuba, me ayudaron y se fundó aquel Centro. Yo era muy feliz de que mis compatriotas, los más pobres, los más necesitados, los más enfermos de Cuba, de enfermedades neurológicas se pudieran atender en ese Centro que era maravilloso. No entendí nunca que el gobierno pretendiera que aquello que había sido creado para cubanos; que era tan bueno, funcionaba tan bien, tuviera que ser para extranjeros como eran las clínicas importantes que hay en Cuba. Entonces yo lo discutí, inclusive el señor Fidel Castro era un visitante asiduo de ese Centro, le expliqué el problema que yo estaba enfrentando y él me dio la razón, me dijo que eso no era para extranjeros. Le pedí ayuda pero al final, me quedé sola en esa pelea. Y cuando me di cuenta que estaba peleando por algo que no se iba a resolver, porque este tipo de gobiernos totalitarios no admite que uno discrepe nada aunque tenga toda la razón; dije yo voy a romper con estos señores porque no voy aceptar trabajar discriminando a mis compatriotas enfermos. Mi hijo, que tenía para hacer un pos grado en Japón, tenía pendiente esa salida a Japón y le pedí que no regresara a Cuba cuando terminara, porque yo iba a renunciar. No quería renunciar con mi hijo en Cuba porque sabía que las represalias iban a ser contra mi hijo. Le pedí que viniera para Argentina porque él ya estaba casado con su esposa Verónica que es argentina. Entonces esperé, tan pronto salió para Japón presenté la renuncia de todo y mi protesta por lo que estaba sucediendo y eso, gobierno cubano, lisa y llanamente no lo acepta.

Hilda Molina con Cristina Fernández
- ¿Cómo ve usted, una persona que estaba en ámbito de la salud, el sistema de salud cubano?
- El sistema de salud en Cuba tuvo una época que fue excelente, tiene una serie de cualidades positivas. Un sistema universal que llega a todas partes del país; no hay un rincón del país donde no llegue el sistema de salud. Es gratuito, no hay que pagar. Va desde el nivel de atención primaria hasta centros científicos de alto nivel; esto es innegable. En la década del ’70 y el ’80 fue un sistema de salud excelente, prácticamente no tenía defectos. Con el tiempo el sistema se ha ido deteriorando mucho, en mi opinión. Porque lo más importante en un sistema de salud son las personas, más que los recursos materiales y realmente el pueblo de Cuba y -como parte del pueblo de Cuba el personal que trabaja en el sistema de salud- está agotado psicológicamente. Son cincuenta años viviendo sin libertades, cincuenta años viviendo situaciones muy anormales. Sin libertad, sin una serie de derechos fundamentales, el hombre que crece así y está tantos años sin libertad, se enferma psicológicamente aunque no lo sepa. La gente está hastiada, asfixiada. Hay corrupción; se roban las cosas de los hospitales, los médicos, los enfermeros, en muchos lugares están cobrando. No me refiero al gobierno, me refiero en las propias instituciones del gobierno que son las únicas que existen en Cuba. Usted llega a algunos lugares y para ser mejor atendido tiene que pagarle directamente al médico, a la enfermera, al que hace los análisis, al que le hace los estudios radiológicos, como sucedió -exactamente igual- en los países del bloque comunista. Yo visité esos países y pude ver aquello, y me sorprendió, hay problemas, hay muchas instituciones deterioradas.

-¿Usted nota que la sociedad cubana está cansada de este régimen?
- Muchos no están conscientes de eso, es una sociedad enferma psicológicamente. Hay instituciones que están muy deterioradas. Hay una salida masiva del personal de la salud hacia otros países y existen lugares donde faltan médicos, enfermeros. Son miles de miembros del sistema de salud que andan dispersos por el mundo. Creo que es muy buena la solidaridad, pero uno tiene que empezar por resolver sus problemas internos para después prestar esa ayuda. Son países donde no hay catástrofe, ni terremotos, ni huracanes, es una ayuda en época de paz y no de catástrofe. Esa es la situación de un sistema de salud que fue muy bueno en una época.

- ¿Qué nota usted, que ha cambiado con Raúl Castro con respecto a Fidel?
- Realmente, hasta el momento que yo salí, no había cambiado nada. Claro, ellos son dos personas diferentes. Los cubanos tuvimos algunas esperanzas con Raúl Castro porque él, de la forma en que habló en su discurso, parecía que iba a hacer algunos cambios, por ejemplo eliminar el famosísimo “permiso de viaje” que los cubanos tenemos que solicitar como si fuéramos esclavos, la gente anhela eso. Hay más de 3 millones de cubanos fuera de Cuba que se han ido para diferentes partes del mundo y los cubanos, como todos los seres civilizados, queremos mucho a la familia y cada vez que un cubano va a entrar o salir de Cuba tiene que estar pidiendo ese permiso. Entonces se pensó, por la forma en que Raúl Castro habló, que iba a eliminar el permiso, pero no lo ha eliminado. Eliminó algunas restricciones muy ridículas que existían en la época del señor Fidel Castro, como por ejemplo; los cubanos no podíamos tener computadora, estaba prohibido; no podíamos tener teléfonos móviles, ni microondas en las casas, ni equipos de música, y los cubanos no tenían derecho a concurrir a los hoteles…

- Continúan las restricciones con respecto al acceso a internet…
- Sí, se compran computadoras pero para tenerlas de máquinas de escribir. Hay internet en lugares estatales, en los cibercafés que hay que pagar en divisa (dólares), que funcionan malísimo, que están censurados, que es más bien una intranet que una internet, pero lo que es el acceso privado a internet no existe.

- ¿Cómo ve el futuro de su país?
- Bueno, hay personas que piensan y hablan de transición. Yo no soy una analista política pero si observo mucho. A mí me parece que los señores que están en el poder, que en definitiva este es el mismo gobierno, no están dispuestos a salir del poder, están muy enraizados ahí. En este momento Raúl Castro tiene una estructura militar. El era ministro del ejército y ha ido situando generales y personas de su absoluta confianza en diferentes posiciones civiles y son personas muy fieles a Raúl Castro, muy fieles al sistema. Yo por lo menos -ojalá me equivoque- no creo que vayan a abandonar. Me parece que la idea de él, por lo que yo he podido ir leyendo y observando es que tal vez quieran llevar a Cuba por el camino de China; hacer algunos cambios, alguna discreta apertura económica que le permita al pueblo salir de esa crisis y de esa situación económica extremadamente precaria que está viviendo el pueblo de Cuba y entonces mantener esa dictadura, yo creo que es ese el camino que quiere Raúl Castro.

- ¿Piensa volver a su país?
- Es la idea que yo tengo, todo depende de la situación de mi mamá. En el estado que ella está no la voy a dejar. La persona que me dio los documentos me dijo que yo tenía la posibilidad de prorrogar el permiso. Se va a la embajada, se pide una prórroga y ahí hay que comenzar a pagar una multa mensual en divisa, en dólares, pero bueno…por lo menos me dieron esa opción. Mi mamá está muy delicada y yo estoy atendiéndola directamente, está muy viejita. En estos momentos no está en condiciones de viajar, salió de la terapia por un milagro de Dios y de los médicos argentinos. Si Dios me permitiera regresar junto con ella realmente lo haría porque ese es un deseo que ella siempre ha tenido. Esperaré a ver que sucede con ella; mientras ella me necesite, yo le pido prórroga al gobierno cubano. Lo que sí, mientras esté aquí no me pienso callar lo que está sucediendo y ha sucedido en mi patria. Sé que le molesta al gobierno, sé que le molesta a sus voceros aquí en la Argentina, pero yo procedo del mismo sistema, al cual entré a los 15 años, confiando, creyendo, amando ese sistema, le di lo mejor de mi vida y de mi juventud, pero me defraudaron, me traicionaron como traicionaron a muchos, muchísimos, a miles de cubanos de mi generación y yo creo que es bueno que el mundo sepa.

Claudio Carraud
ccarraud@hotmail.com

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