domingo, 12 de julio de 2009

Apuntes que quedaron en el tintero

Sobre el reportaje a la médica cubana Hilda Molina



La nota realizada a la doctora cubana Hilda Molina la semana pasada, me ha hecho pensar en varios temas que tienen que ver con la realidad que vive Cuba. Son cosas que “quedaron en el tintero”, que por razones de espacio eran imposibles intercalarlas en un reportaje bastante extenso.

Más allá de las discusiones ideológicas que se plantean cuando alguien habla sobre el sistema comunista implantado en Cuba hace cincuenta años, y que tuvo como uno de los principales protagonistas al argentino Ernesto Guevara de la Serna, la realidad de aquel país ha ido cambiando a lo largo de medio siglo.

Desde aquel amanecer del 2 de diciembre de 1956 cuando 82 expedicionarios amontonados en la cubierta de un pequeño barco que fuera bautizado como el Granma, desembarcaron en Los Cayuelos, cerca de Las Coloradas, Cuba, procedentes de Santiago de la Peña, cerca de Tuxpan en Méjico, luego de navegar 7 días para llevar adelante el sueño de una revolución; hasta hoy, cuando miles y miles de cubanos han huido de su país –muchos hacia Miami- en busca de un porvenir mejor, han transcurrido cincuenta años de historia de un sistema comunista que muchos creen ya insostenible, en un país aislado del contexto internacional.

Muchas personas de las que adhirieron a la Revolución Cubana en sus primeros años, fueron cambiando la manera de ver las cosas. Tal vez, viendo que los ideales de aquella revolución se cumplieron a medias o que se implementaron, en la práctica, de una manera diferente a la que ellos pensaban.

Uno de esos ejemplos es la doctora Hilda Molina, que era adolescente por aquellos años de fines de la década del ’50 cuando el ejército de guerrilleros encabezados por Fidel Castro toma el poder ejercido, a este momento, por el dictador Fulgencio Batista.

Hilda Molina ha luchado más de quince años para lograr tener el permiso de salir de su país y hace una crítica muy dura al gobierno cubano en el reportaje publicado la semana pasada cuando sostiene casi sobre el final: “lo que sí, mientras esté aquí no me pienso callar lo que está sucediendo y ha sucedido en mi patria. Sé que le molesta al gobierno, sé que le molesta a sus voceros aquí en la Argentina, pero yo procedo del mismo sistema, al cual entré a los 15 años, confiando, creyendo, amando ese sistema, le di lo mejor de mi vida y de mi juventud, pero me defraudaron, me traicionaron como traicionaron a muchos, muchísimos, a miles de cubanos de mi generación y yo creo que es bueno que el mundo sepa”.

Miles de cubanos tienen el mismo sentimiento de Hilda Molina; muchos se han sentido defraudados por un sistema que, tal vez, ideológicamente sea bueno, pero que en la práctica no lo es. La responsabilidad seguramente le cabe a los hombres, a los gobernantes del país caribeño.

Nadie puede negar que la igualdad entre los hombres es algo maravilloso. Nadie puede negar que vivir en un país donde la salud y la educación de la población están garantizadas por el Estado sería el ideal de cualquier ser humano.

Cuba tiene garantizada la salud y la educación, Hilda Molina lo cuenta: “el sistema de salud en Cuba tuvo una época que fue excelente, tiene una serie de cualidades positivas. Un sistema universal que llega a todas partes del país; no hay un rincón del país donde no llegue el sistema de salud. Es gratuito, no hay que pagar. Va desde el nivel de atención primaria hasta centros científicos de alto nivel; esto es innegable. En la década del ’70 y el ’80 fue un sistema de salud excelente, prácticamente no tenía defectos”.

Ahora, lo que cabe preguntarse es ¿cuál es el precio que deben pagar los ciudadanos? Si el precio es la libertad, la restricción de los derechos individuales, como efectivamente pasa, ¿sirve?

A pesar de esto, todavía en Cuba, hay muchísima gente que sigue apoyando el régimen castrista, con sus virtudes y sus defectos.

En un reportaje realizado por la revista argentina “Sudestada” a Alberto Castellanos, un revolucionario que vive en La Habana; que fue chofer y escolta del Che Guevara, que formó parte además del llamado Pelotón Suicida, y que participó en el año 1963 de ese intento fallido de reproducir en Salta la revolución cubana; este hombre sostiene que “estamos ahora en una etapa de guerra de ideas. A mí nada de lo que hice me pesa y si lo tuviera que hacer de nuevo, lo haría. En mi familia no había ningún profesional; ahora mis hijas, nietos y sobrinos lo son. ¿Que tenemos problemas? Los tenemos. Pero tengo el orgullo de decir que estamos en el único país del mundo en que todos los habitantes comen todos los días. Yo sí me puedo morir tranquilo. La explotación que acá había cuando yo era niño no la va a volver a haber jamás”.

Pero por otro lado, se supo hace un mes, de los problemas económicos que atraviesa Cuba, producto de la crisis mundial. La agencia EFE informó que en la televisión estatal cubana, el analista Ariel Terreros sostuvo que el gobierno hizo una drástica reducción del presupuesto de este año. Según Terreros, ''se han limitado fuertemente los ingresos en moneda dura de Cuba'', por la caída de los ingresos por exportaciones de productos como el níquel y servicios como el turismo. “Eso está golpeando la liquidez en moneda dura de la economía cubana”, añadió y explicó que “se están llevando a cabo reajustes fuertes en la política económica”, como severas medidas para mermar el gasto en energía y combustibles. También redujeron algunos alimentos que el Estado reparte subsidiados mediante la cartilla de racionamiento, como los frijoles y la sal, e igualmente los servicios públicos de transporte, con recortes de horarios, rutas y frecuencias.

Qué pasará con el futuro de Cuba es difícil de prever. Un sistema político que tiene todavía adeptos y férreos críticos será difícil de sostener muchos años más. El país caribeño es el último bastión de los ideales comunistas en un mundo que se debate entre ideas de izquierda y derecha. Lo que sí no debe ser negociable jamás, más allá de las ideologías, es la libertad del ser humano, un derecho inherente a la raza humana.



Claudio Carraud

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