jueves, 20 de marzo de 2008

Mal enseñar con el ejemplo

«Ayer vimos que vidas humanas se perdían por un acto de irresponsabilidad. Fue un accidente de un colectivo impecable, en un paso a nivel que tenía todos los instrumentos de la modernidad y en el cual también se hicieron todos los controles. Qué fue lo que falló entonces…» (Cristina Fernández de Kirchner, en Larroque)


Es curioso cómo ciertos políticos se escudan con facilidad y sin sonrojarse, en el populismo más berreta. Ese populismo fácil, que miente sumisión ante la falsa indignación popular. Sí, porque la mayoría de las veces, no nos engañemos, las histriónicas indignaciones populares…suelen ser poses falsas, de los adoradores del doble discurso y de la doble moral. De los que dicen una cosa, pero hacen otra.Y la Argentina falluta se mueve cómoda por esos carriles. Alguien hace algo, los medios nos hacemos eco de la noticia fácil de criticar, y sin mucha profundidad en el análisis, la gente necia se finge alarmarse, y actúa la indignación, y sobreactúa su discurso de moralina sobre lo políticamente correcto. La historia se cierra con los funcionarios políticos, militantes del partido de Poncio Pilatos… que se lavan rápidamente las manos en el «Yo no fui». Así, los políticos de mayor peso, van haciendo saltar los fusibles (los funcionarios de segunda línea), en una suerte de prueba y error ante la falsa indignación popular.Y curioso y lamentable es, también, observar a ciertas personas rasgarse las vestiduras con cara de piedra. Estamos de acuerdo, leer que El ciclo lectivo arrancó en Xangó, suena fuerte y trasgresor. Un bocado difícil de digerir. Pero si los adultos nos quedáramos en el análisis frío y superficial del tema, entonces, no estaríamos a la altura de las circunstancias. Mal presagio.Claro que, mientras ocurre el ciclo lectivo, cada fin de semana, toda la juventud acude en masa a los boliches. Y durante el verano, quiero decir, fuera del ciclo lectivo, casi todas las noches de la semana, toda la juventud y sus alrededores se vuelcan hacia los boliches. La «joda», a diferencia del año escolar, no tiene receso.Está bien, la educación es una cosa, y la diversión es otra. Estoy de acuerdo con eso. ¿Estoy de acuerdo con eso? No, la verdad es que no estoy seguro si estoy de acuerdo con eso. De lo que sí estoy seguro, es que la educación tiene su ámbito, y la diversión el suyo. Pero jugar a veces un poco con cierta trasgresión sobre el tema, está bueno. Soy de la idea de que un estudiante tiene que egresar con criterio. Es decir, con la aptitud para formase «su» idea, para tomar sus propias decisiones y hacerse cargo de ellas, eso, más que un millón de lecciones solemnes, los hará más capaces.La presidente del Consejo Departamental de Escuelas de la Provincia de Entre Ríos, Graciela Bär, bajó una línea política: Desacartonar. Que es una forma de decir «transgredir». La directora de la departamental de Gualeguay, Selva Olivera, ahora ex directora, acata las directivas utilizando su criterio: Lanza el ciclo lectivo en un boliche gualeyo. Y se hace cargo. Y las autoridades y los alumnos se hacen presentes en el acto oficial. Pero nadie cuenta con la falsa postura de la Argentina falluta. Que aparece, que declama, que actúa y que sobreactúa. Es esa Argentina falluta (en Gualeguay está elevada a la enésima potencia), que duerme profundamente cada fin de semana, mientras sus hijos menores de edad se bañan en fernet. La Argentina falluta que duerme plácidamente (muchos en camas ajenas), mientras sus hijos caminan solos por el precipicio de la noche descontrolada de los boliches. La Argentina falluta de nosotros, los adultos del doble discurso, y la doble moral.Durante todo el verano, cada fin de semana, llegué a Gualeguay en colectivo los viernes a la noche. Y cada noche vi el mismo espectáculo. Cientos de chicos muy chicos, manejando los autos de sus padres, apiñados en un conocido quiosco de la calle 25 de mayo comprando alcohol. No creo que esto que digo ahora, sea una novedad para nadie. Y estoy convencido de que ese «problema», en el fondo, no le importa a nadie. A nadie le interesa demasiado que su hijo tome como una cuba. Ni que maneje alcoholizado. A pocos les importa seriamente que los boliches y los negocios vendan indiscriminadamente alcohol a los menores. A nadie le importa, claro, hasta que pasa algo. Ahí entonces aflorará puntual e histriónica la Argentina falluta.Durante este verano, cada mañana, ya muy entrada la mañana, vi salir de los boliches miles de jóvenes. Algunos divertidos y alegres, otros agresivamente violentos. Muchos alcoholizados, otros drogados. Pero nunca oí a ningún adulto haciéndose cargo. Y muchos menos vi a nadie tomando cartas en el asunto.Eso sí, la gente se entera de que el ciclo lectivo arrancó en Xangó, y sale urgente a rasgarse las vestiduras y a señalar con el dedo que acusa. Y con el dedo que acusa, la Argentina falluta pretende excusarse de sus responsabilidades. Me hacen reír.Y en medio del alboroto con que los necios y los fallutos deseaban esconder la profundidad del tema, la ex directora departamental, dijo: «Los índices de repitencia y abandono escolar en Gualeguay son alarmantes»… ¡ah!, pero ante este dato conmovedor y central, a nadie se le mueve un pelo. Ahí estamos nosotros los grandes, y nuestro doble discurso. Nosotros los adultos, y nuestra doble moral.Cada vez que veo a los jóvenes de hoy, los miro y pienso, que ellos son ahora lo que nosotros, los grandes, hemos estado haciendo de ellos. Los veo y pienso, que lo que son ahora, habla mucho de lo que hemos sido cada uno de nosotros los grandes, todos estos años para con ellos. El ejemplo, nos guste o no, enseña más que mil discursos y cien tratados. Y eso es precisamente lo que hacemos nosotros los grandes, cada día, aunque intentemos ignorarlo. Aunque no nos demos cuenta: Enseñamos con el ejemplo.Nuestros hijos aprenden mucho más, con lo poco que nosotros hacemos, antes que con todo lo que nosotros decimos.Aunque la presidenta de la Nación se pare con el glamour de sus joyas en medio de Larroque, y hable media hora sobre las bondades de la escuela pública, los jóvenes descreerán de su discurso, al ver que su hija Florencia, que es Kirchner, estudia en el Colegio La Salle de Florida.Y aunque los grandes gritemos moralina por la radio. O escribamos tratados de buenas costumbres, o hagamos saltar de sus puestos, como fusibles, a los funcionarios señalados por la Argentina falluta, o aunque los que actúan como Maquiavello citen a Gramci, nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos…siempre aprenderán de los ejemplos. Mil campañas viales de millones de pesos podrán gastar los políticos. Pero si acto seguido, impulsan la legalización de la droga, es lógico que los chicos se pregunten ¿qué pasará el día que el chofer de un micro, cruce las vías con las barreras bajas, luego de fumarse «un porrito no punible»?.El día que los grandes comprendamos que estamos mal enseñando con nuestro ejemplo, ese día, tal vez, asumamos que sólo nosotros somos los responsables de que nuestros hijos sean como son. Y los responsables de que al país, nuestro país, le vaya como le va.


Escrito por Horacio Palma

Publicado en Gualeguay al día el 16/03/08

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