sábado, 9 de mayo de 2009

“¡Ahora más que nunca tenemos que estar junto al pueblo!”

Se cumplen 35 años del asesinato del Padre Carlos Mugica

“Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia, luchando junto a los pobres por su liberación. Si el Señor me concede el privilegio, que no merezco, de perder la vida en esta empresa, estoy a su disposición”.

(Padre Carlos Mugica, en 1971)


Estas palabras las pronunció el cura Carlos Mugica tres años antes de que su cuerpo quedara tendido en el piso producto de cinco disparos de fuego, cuando salía de la iglesia San Francisco Solano después de dar misa, la noche del 11 de mayo de 1974.
Mugica se había transformado en el abanderado de los pobres, de los que menos tienen, de los que mucho necesitan.
Proveniente de una familia de la clase alta de Buenos Aires, había decidido servir a los pobres, ejercer el sacerdocio para llevar a los que más necesitan, la palabra de Jesucristo.
En una entrevista que le realizó la revista Siete Días en 1972, Mugica hablaba de Dios y decía: “Definitivamente, Dios no es una idea sino alguien. Dios es una persona que se entregó totalmente a mí y se dejó matar por mí. Para mí Cristo es mi Señor, mi amigo, mi maestro, mi modelo de vida. Su entrega tiene un valor especialísimo: Dios es un ser que en lugar de servirse del hombre se pone al servicio del hombre y por eso todo hombre que da su vida por los otros sea un ateo, un marxista, o lo que fuere, ése, verdaderamente se une a Cristo”.
Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe nació el 7 de octubre de 1930 en Buenos Aires. Era el tercero de siete hijos de Carmen Echagüe, proveniente de una familia adinerada y de Adolfo Mugica, diputado conservador del período 1938-42 y ex-ministro de Relaciones exteriores del presidente Arturo Frondizi en 1961.
Durante su niñez y adolescencia, el mundo de los pobres le era totalmente desconocido, como él mismo decía.
Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde terminó, con excelentes calificaciones, en 1948. Al año siguiente comenzó los estudios de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Allí conoció y se relacionó con Roberto Guevara, hermano de Ernesto “Che” Guevara. En 1950, con motivo del Jubileo o Año Santo, viajó con varios sacerdotes y con su amigo Alejandro Mayol a Europa y ahí comienza a pensar en la idea de ingresar en el seminario, cosa que haría en marzo de 1952, a los veintiún años.
Mientras estudiaba, en noviembre de 1957 escribe su primera obra “El católico frente a los partidos políticos” para la revista del Seminario. Desde entonces comenzó a sentir el compromiso hacia los pobres, e integró grupos misioneros que viajaban a diferentes puntos del interior del país.
El 21 de diciembre de 1959 es ordenado sacerdote, y acompaña a monseñor Iriarte, obispo de Reconquista, al Chaco. Ahí es donde toma contacto con la extrema pobreza de la zona. Cuando vuelve a Buenos Aires, en 1963, lo destinan como vicario cooperador en la parroquia Nuestra Señora del Socorro, en el exclusivo Barrio Norte de la capital, y es asesor de la Juventud de Acción Católica, en su ex colegio el “Nacional Buenos Aires”.
La figura de Mugica era muy atractiva para los estudiantes católicos, que se acercan a él como guía espiritual. Así conoce a Gustavo Ramus, Abal Medina y Mario E. Firmenich, quienes serían, tiempo después, parte de la cúpula fundadora de la organización Montoneros.
La periodista Magdalena Ruiz Guiñazú cuenta en una nota periodística en abril de 1998. "Conocí a Carlos Mugica en 1962. Mejor dicho, asistí a una de sus misas dominicales en la Parroquia del Socorro y creo que me enseñó a rezar. Es quizás difícil, para aquellos que no lo conocieron, imaginar hasta qué punto la profunda piedad y la oración personal y a la vez convocante de Carlos, llamaban la atención (…) Carlos estaba efectivamente a disposición de quien pudiera necesitarlo. Sentía que Dios le había confiado un ministerio y por eso estaba permanente dispuesto, de día y de noche. Tenía un enorme respeto por aquellos que, aún en causas no compartidas, ofrecían la vida en forma de entrega. Rendía culto a la generosidad, a la solidaridad, y ello le valió infinidad de problemas, con la jerarquía eclesiástica a la cual siempre respetó y obedeció, con el entonces Ministro de Bienestar Social, José López Rega, y con la cúpula montonera”.
Hacia 1963, Mugica que era muy crítico con el gobierno del presidente Arturo Illia, comienza a tener problemas con la cúpula eclesiástica que no veía bien que “se metiera demasiado en política”. Muchas personas piden el traslado para otra parroquia del padre Carlos. “Creo que la misión del sacerdote es evangelizar a los pobres e interpelar a los ricos. Y bueno, llega un momento en que los ricos no quieren que se les predique más, como sucedió en el Socorro cuando me echaron. Las señoras gordas le fueron a decir al párroco que yo hacía política en la misa”, decía Mugica, quien pasa como vicario a la parroquia Inmaculada Concepción de María, en la calle Independencia.
Durante un viaje, estando en París, Mugica se entera del nacimiento del Movimiento Sacerdotes del Tercer Mundo (MSTM) y da su adhesión incondicional. Por ese mismo tiempo empieza a colaborar con el “cura villero” Jorge Goñi en el llamado Equipo Intervillas fundado en agosto de 1968.
Tiempo después, la parroquia San Martín de Tours, decide abrir una capilla en la villa de Retiro y confía esta tarea al Padre Mugica, quién con la ayuda económico de su hermano Alejandro, levanta un salón multiuso. Así, en el barrio Comunicaciones se levantó la capilla “Cristo obrero”, donde ejerció su máxima actividad pastoral entre sus “hermanos villeros”. También cubría tareas pastorales en la parroquia San Francisco Solano, ayudando a su amigo el Padre Vernazza.


La participación del Padre Mugica, cada vez más activa, en el Movimiento Sacerdotes del Tercer Mundo, lo llevó a enfrentarse con el Arzobispo Juan Carlos Aramburu. Sus opiniones políticas y sus apariciones, cada vez más frecuentes, en los medios de comunicación, incomodaban a muchos y en especial a la cúpula de la Iglesia.
En 1973, Mugica tiene serias discrepancias con José López Rega, ministro de Bienestar Social y luego responsable de la Triple A. Una noche, ante un grupo de vecinos de la villa, el Padre Mugica sostuvo: “Lopez Rega me va a mandar matar”. Por ese mismo tiempo, Mugica tomaba distancia de la Organización Montoneros. El 7 de diciembre de 1973, en una misa en conmemoración por la muerte de Gustavo Ramus y Abal Medina, sostenía: “Como dice la Biblia, hay que dejar las armas para empuñar los arados”. Esto marcaba la posición de Mugica sobre la lucha armada de Montoneros que ya parecía insalvable.
“No tengo miedo de morir. De lo único que tengo miedo es de que el Arzobispo me eche de la Iglesia”, decía el Padre Carlos, intuyendo el destino que le esperaba.
El sábado 11 de mayo de 1974, a las 20.15, cuando el Padre Carlos Mugica iba a subir a su Renault 4L estacionado junto a la iglesia de San Francisco Solano, en la calle Zelada 4771, donde instantes antes había celebrado misa, un individuo con una ametralladora Ingram- M10 le disparó cinco tiros que le afectaron el abdomen y un pulmón. El tiro de gracia fue por la espalda. El Padre Vernazza, al oír los disparos corrió a darle la unción. Mugica fue llevado agonizante a un hospital donde antes morir alcanzó a decirle a una enfermera: “¡Ahora más que nunca tenemos que estar junto al pueblo!” Eran las 9 de la noche, y el Padre Carlos Mugica, ya era parte de la historia trágica de la Argentina de los años ’70.

Claudio Carraud
ccarraud@hotmail.com

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