lunes, 8 de marzo de 2010

Emma Barrandeguy, una mujer que se rebeló frente a la hipocresía

Se cumplen 96 años de su nacimiento
Desde los balcones del cuarto piso, en el despacho de la Vieja, como la llamábamos, vi pasar los hombres que marchaban hacia Plaza de Mayo el 17 de octubre. Nos acompañaba Giudici, dirigente comunista. Mientras, en el piso de abajo, en la Redacción, alguien que vio a esos hombres sudorosos que se habían sacado el saco los calificó de "descamisados".
(“Trabajar”, del libro Habitaciones de Emma Barrandeguy)

Emma Barrandeguy es uno de los referentes de la cultura que enorgullecen Gualeguay. Tuvo la dicha de codearse, desde su trabajo en el diario Crítica de Natalio Botana, con las personalidades que marcaron la cultura argentina en las décadas del ’30, ’40 y ’50.
La poeta y narradora gualeya nació el 8 de marzo de 1914. Por esos años Salvadora Medina Onrubia –más tarde esposa de Botana y de quién Emma fue secretaria privada- vivía en Gualeguay.

En 1937, luego de recibirse se maestra y de estudiar idiomas, Emma Barrandeguy se radicó en Buenos Aires.

“Hice de todo – contaba en un reportaje en el diario Página 12-, trabajé como voluntaria en el Instituto de Orientación Vocacional con 19 psicólogas, imagínense lo que era eso; hice traducciones para El Ateneo y Emecé, estudié la carrera de Filosofía a los 50 años, vendí alhajas por toda la ciudad, menos a los policías y a los maestros, porque ésos nunca pagaban, abracé el anarquismo y las mateadas con mis amigos anarquistas en la biblioteca de la Federación Libertaria Argentina de la calle Brasil, trabajé durante dos décadas para el diario Crítica y fui la secretaria privada de Salvadora Medina Onrubia, la esposa del dueño de Crítica, Natalio Botana.”

Salvadora -sobre quien Emma escribió un libro- era anarquista; poeta y dramaturga; sentía atracción por la magia negra y por ambos sexos. Según Barrandeguy, fue una luchadora, una mujer increíble y escribir acerca de ella, abordar esa convivencia y transformarla en páginas de una biografía fue algo tan inevitable como respirar o dormir.

Conocí del diario Crítica las postrimerías de una época de esplendor. Mi experiencia de Buenos Aires comenzaba y mis sentidos acostumbrados a la provincia se adaptaban mal todavía a la vida ciudadana. Al salir del hospital de Roffo donde hacía de nurse me inicié en Contaduría, en el cuarto piso, y mi trabajo era hacer los sobres de las liquidaciones, tarea que se apresuraba hacia el fin de cada quincena, pero que me dejaba horas libres para leer sobre el escritorio a escondidas o mirar los plátanos de la Avenida de Mayo.
(“Trabajar”, del libro Habitaciones)

Emma Barrandeguy se inclinó hacia la poesía desde muy chica. “Desde los 6 años, diría yo. Un día, Nieve, mi madre, me trajo un libro de Margarita Abella Caprile, que era familiar de los Mitre, y leí algo que todavía hoy recuerdo con asombro: en su prólogo decía que había que perdonar a la poeta porque escribía bordando en bastidor. Es increíble, pensé entonces, si la poesía es un acto que sale por todos los vientos.”

Dueña de una natural humildad, dijo una vez en una conferencia: “Ustedes creen que mi obra es buena; pues yo no. No creo en la inspiración, por lo tanto la poesía viene cuando la hoja en blanco dice algo. Por eso creo que toda vida es novelable y todo el mundo puede llenar una página.”

La vasta obra de Barrandeguy se compone de: Las puertas (Poesía) y El andamio (Relato), 1964; Amor saca amor (Teatro), 1970; No digo que mi país es poderoso (Ensayo), 1982; Los pobladores (Relato), 1983; Crónica de medio siglo (Crónica novelada), 1984; Refracciones (Poesía), 1986; Camino hecho (Poesía), 1991; Salvadora, una mujer de “Crítica” (Biografía), 1997; Habitaciones (Prosa novela), escrita a fines de la década del ’50 y publicada en 2002; Mastronardi-Gombrowicz. Una amistad singular (Ensayo), 2004.

Sobre la poeta gualeya escribió hace poco tiempo Marcelo Leites a propósito de la publicación de Poesías completas. “Fue una marginal, una disidente, una mujer que se rebeló frente a la hipocresía de las instituciones y costumbres, frente a la ruindad del mundillo provinciano. Difícilmente pueda encontrarse otro caso similar dentro de la ya vasta historia de la literatura entrerriana. Gradualmente Emma se fue quitando todas las máscaras hasta quedar completamente desnuda, cosa que sucede hacia el final de su vida, cuando decide publicar su obra Habitaciones, en el año 2002, libro escrito, sin embargo, a fines de 1950”.

En una entrevista realizada por Pablo Guercovich, a raíz de la publicación de Habitaciones, y ante la pregunta de si había tratado en algún otro libro el tema de la bisexualidad la escritora afirmaba que “nunca; pero no quería morirme sin hacerlo explícito. Es una forma de luchar contra la discriminación. Haciendo que una persona supuestamente muy distinguida por su literatura pase de pronto a ser una lesbiana. Eso es lo que hay que desear: que una lesbiana se integre no por sus preferencias sexuales sino por sus méritos. La vida privada no tiene nada que ver”.

Los últimos años de su vida los pasó en Gualeguay disfrutando de su casa, de su jardín. “Me gusta sentarme en la galería. En verano vienen golondrinas de California, atraviesan el Amazonas y van al río. Al atardecer les enseñan a volar a los pichones y a cazar los alimentos en el aire. Por las noches mi hermana se va a dormir y yo vuelvo a mi rutina de escritura para el diario local del domingo. En esta época se respira felicidad”.

Emma murió en su pueblo natal, a los 92 años, el 19 de diciembre de 2006.
En 1979 escribió:

Me moriré sin vos, eso es sabido; / tus ojos no vendrán antes de irme / y en vano esperará tus dedos firmes / mi mano, que en caricias has sentido.
Te morirás sin mí, no habré podido / en tu final mirada repetirme, / pero sé que fugaz, al despedirme / una lágrima sola habrás vertido.
Aunque el cariño su lealtad señale, / otros seres pusimos como un muro / entre nosotros dos y fue cobarde.
Si todo indica que ya no hay futuro, / en mi poesía está y no es alarde / que lo mejor de mí por siempre es tuyo.

Claudio Carraud
ccarraud@hotmail.com

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