miércoles, 27 de febrero de 2008

Seguridad Vial: una causa nacional


En la Argentina mueren miles de personas por año en accidentes de tránsito. Esto no es una novedad para nadie. ¿Pero hacemos algo para remediar esto?.
Hace unos días atrás, la Legislatura porteña aprobó el sistema de registro de conductor por puntos, tras meses de discusiones y negociaciones entre los gremialistas de transportes y los diputados.
Este nuevo sistema de scoring le otorga veinte puntos a quién obtenga el registro de conductor y a medida que se cometan infracciones, se le descontarán puntos hasta el retiro de la licencia; primero por dos meses, luego por seis, la tercera por dos años y finalmente por cinco años.
La ley fue sancionada con 51 votos a favor y 1 en contra (de la diputada Patricia Walsh) y se pondría en vigencia a partir de agosto próximo en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Sin dudas, la sanción de esta ley es un paso importante, siempre y cuando, los controles sean estrictos y se cumplan. Pero esto abarca solamente a Buenos Aires. ¿Qué sucederá entonces con el resto del país?.
En este sentido, la presidenta de la nación Cristina Fernández de Kirchner anunció que se enviará al Congreso de la Nación un proyecto de ley para crear un sistema de puntos o scoring a nivel nacional.
¿Alcanzará con esto?. Seguramente el sistema de licencias con puntos es una parte importante, pero no toda. La seguridad vial debe ser una cuestión de importancia nacional y se debe poner especial atención en esto.
Según la asociación civil “Luchemos por la vida”, el año pasado murieron 8.104 personas en accidentes de tránsito, un promedio de 22 personas por día. Si vemos las estadísticas de años anteriores notaremos que el número de accidentes se ha mantenido desde el año 1996. Es decir, el promedio durante 12 años está cerca de las 7.500 muertes por año. En el 2007 la cifra creció el 7.3% con respecto al 2006.
Por su parte, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) maneja números notablemente menores. En sus estadísticas figuran que en el año 2001 el número de muertes en accidentes de tránsito fue de 3.796; en 2002: 3.178; en 2003: 3.124; en 2004: 3.505; y en 2005: 3.443. Esto quiere decir, que el promedio está en el orden de las 3.400 personas muertas por año.
Estos datos del INDEC son extraídos del Registro Nacional de Antecedentes de Tránsito (ReNAT) que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
El Instituto de Seguridad y Educación Vial ( ISEV) maneja cifras mucho más altas, y habla de que por ejemplo: en el año 2004 las personas muertas en accidentes de tránsito alcanzaron a 12.260. Según lo que explican en ISEV estas cifras surgen de cruzar datos de la policía, el Ministerio de Salud y las compañías de seguros.
¿Cuales son las causas de tales diferencias?. Nadie sabe explicarlas bien, y por supuesto nada está muy claro. La interpretación que surge es que de acuerdo a quién interese la cifra, son los números que se dan a conocer.
En realidad no importa si son tres mil, siete mil o doce mil. Lo importante está más allá de las estadísticas y de los fríos números. Estamos hablando de personas que mueren, de historias personales que quedan truncas. Hablamos de familias que sufren la pérdida de seres queridos y del dolor de lo inexplicable. Porque la tragedia no tiene palabras y el dolor no entiende de números ni de estadísticas.
Por eso, la seguridad vial es un problema de todos que no se soluciona con un sistema de puntos en las licencias. Se debe crear una conciencia real sobre esta problemática que hoy sufrimos todos.
La seguridad vial debe transformarse en una causa nacional y le corresponde al estado tomar cartas en el asunto.
Los especialistas del tema, hablan de que en la seguridad vial intervienen tres factores fundamentales: el hombre, el vehículo y el ambiente.
La estrategia a seguir en el tratamiento de esta problemática debe, necesariamente, abarcar estos tres factores.
En cuanto al primer factor, el hombre: se debe trabajar no solo en el control sino también en la educación vial. Sin dudas se debe controlar la ingesta de alcohol, el uso del cinturón de seguridad, el respeto las velocidades máximas y en el caso de las motos, el uso obligatorio del casco. Pero es importante intensificar la educación vial en las escuelas, desde los más chiquitos hasta los adolescentes. Estos últimos porque estarán muy próximos a obtener la licencia de conducir y los más chicos, porque si creamos la conciencia de la seguridad vial desde temprana edad, será -el día de mañana- todo mucho más fácil. Si se trabaja sobre los más chicos, estos harán de “controladores” de sus padres. Serán los encargados de hacerles cumplir a sus padres las reglamentaciones como las velocidades máximas o el uso de los cinturones de seguridad. Los que somos padres sabemos que esto sucede, que hacemos caso a lo que nuestros hijos nos piden. El cumplimiento de las reglas de tránsito es un ejemplo para ellos y una seguridad para toda la familia.
En el segundo factor, el vehículo: se debe exigir la verificación técnica vehicular (VTV). De esta forma se asegurará que los vehículos que circulen lo hagan en las debidas condiciones para evitar accidentes originados en fallas mecánicas.
En cuanto al ambiente, tercer factor, abarca las condiciones climáticas pero además el estado de las rutas y autopistas. En este sentido, es necesario trabajar en el mantenimiento en buen estado del pavimento de las rutas y autopistas, las señalizaciones y los controles de velocidad.
La seguridad vial debe ser una causa nacional... nos va la vida en eso.


Claudio Carraud
ccarraud@hotmail.com


Publicado en Gualeguay al día el 24/2/08

La vida te da sorpresas


La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, cantaba hace muchos años Rubén Blades en Pedro Navaja. Y es así nomás. Y así le cambió la vida a Gaby Alvarez el relacionista público que protagonizó junto al chofer del auto en el que viajaba, el 23 de enero, un accidente en el que perdieron la vida dos turistas argentinos; Gloria Pérez del Cerro de 31 años y Fernando Agustín Cichiari de 32 en la ruta 10 cerca de José Ignacio en Punta del Este, Uruguay.
Los medios se hicieron eco de la noticia porque Gaby Alvarez es conocido en los medios por su labor como organizador de eventos frívolos donde concurre gente del espectáculo. Su imagen sonriente dejó de ocupar las secciones de espectáculos para aparecer tratando de ocultar su rostro en los noticieros de televisión.
La vida te da sorpresas y vaya si te las da. Hace menos de un mes Gaby Alvarez era uno de los personajes emblemáticos de la noche de Buenos Aires. Responsable de organizar eventos para diferentes empresas y marcas conocidas donde concurría el jet set porteño.
Gloria Pérez del Cerro, hija de una familia tradicional de Buenos Aires, era creativa publicitaria en una agencia de marketing y publicidad dedicada al mercado de vinos y champagne. Imagino que quizás, más de una vez, habrán coincidido en algún evento de alguna marca reconocida.
Gaby Alvarez envuelto en un halo de glamour y vestido con túnicas claras, solía posar sonriente para las fotos. Era su trabajo y seguramente lo hacía muy bien. Rodeado permanentemente de gente “famosa” con quién se sacaba fotos, disfrutaba de un trabajo poco común y bien remunerado.
-“Te voy a mostrar lo que es el poder”. Le dijo una vez a un periodista, con su celular en la mano listo para marcar el número de la persona que el periodista quisiera.
En otra oportunidad, declaró a un medio sobre porque las personas famosas concurrían a los eventos que organizaba diciendo:
-“Les doy más de lo que ellos piensan que me entregan. Los hago aparecer en los medios. Ellos pasan de moda; yo no”.
El destino quiso que esa tarde de verano, los protagonistas de esta triste historia coincidieran en la ruta 10 en Punta del Este.
Y el destino – si es que hay uno- hizo que la vida cambiara en un momento, fruto de un segundo de inconciencia, de estupidez que, por supuesto, no fue casual sino más bien la consecuencia de una vida vertiginosa, despreocupada y glamorosa.
El mundo de Gaby Alvarez ya no son las fiestas, el champagne, la música; sino una celda en el penal uruguayo de Las Rosas.
Hoy, quién fuera llamado “el rey de la noche” esta solo y espera. Ya no hay celebridades, no hay champagne ni música. Quienes eran sus amigos, hoy no lo son, quienes se sacaban fotos con él, ya no están. Así de rápido cambia la vida.
Una locura cometida bajo la influencia quizás del alcohol y las drogas, hizo que la vida cambie en tan solo un instante.
La vida de Gaby Alvarez cambió, pero la vida de Gloria y Fernando no. Sus vidas terminaron ahí, en ese mismo segundo. Sus vidas terminaron en tragedia. Sus proyectos, sus alegrías, sus esperanzas, terminaron y dos familias quedaron partidas tras una triste realidad. El dolor inconmensurable rodea hoy a dos familias y no hay consuelo posible ante la pérdida. Lamentablemente la estupidez humana no tiene límites – escuché una vez- y es verdad.
La vida te da sorpresas... y vaya que te las da.



Claudio Carraud


Publicada en Gualeguay al día el 10/2/08