lunes, 3 de marzo de 2008

Éramos tan pobres (pero tan felices)

Ese sábado a la mañana, hace 20 años, lo recuerdo muy bien. Estaba feo, nublado y caía sobre Buenos Aires una llovizna mansa. Había salido temprano a buscar algo y cuando volví al departamento escuché la noticia en la radio. Había muerto Alberto Olmedo. La noticia me sorprendió. Empecé a sentir una rara sensación, entre perplejidad y tristeza, que pocas veces volví a sentir. Me quedé escuchando la radio para ver si había detalles de lo ocurrido, pero todo era muy confuso. Se hablaba de suicidio y después de un accidente. Con el transcurrir de las horas los hechos se fueron aclarando y la televisión se encargó de mostrar las imágenes del cuerpo de Olmedo sobre el pasto, en la entrada del edificio Maral 39 en Mar del Plata.
Alberto Olmedo estaba en lo más alto de su carrera artística. Su programa “No toca botón” llegaba a medir 60 puntos de rating y su muerte fue, sin dudas, una noticia impactante.
Rosarigasino (rosarino en gasó) de ley –como sostenía- había nacido en un hogar humilde y desde muy chico tuvo que salir a trabajar para ayudar a su madre.
En 1954 decide viajar a Buenos Aires a probar suerte y al año siguiente ingresa a trabajar al viejo Canal 7 como tiracables. Ese fin de año, en una reunión del canal, Olmedo realiza una magnífica improvisación y el interventor del canal lo invita a trabajar como actor. Así comienza su carrera artística en Buenos Aires.
En 1960 crea el personaje “El Capitán Piluso” junto a Coquito ( Humberto Ortiz) en Canal 9, el primer éxito de Olmedo. En el ‘64 debuta en Operación Ja Ja, el programa de Gerardo y Hugo Sofovich. En este programa nace uno de sus personajes característicos: “Rucucu”, un presentador ucraniano, de bigotes, frac y bombin.
Alberto Olmedo trabajó en 48 películas entre 1959 y 1988. Las más recordadas bajo la dirección de Hugo Sofovich y las actuaciones de Jorge Porcel, Susana Jiménez y Moria Casán. Pero lo mejor de Olmedo no se encuentra en las películas, donde estaba atado a un guión que debía respetar. Justamente el humor del Negro, como le decían sus amigos, se basaba en su gran capacidad de improvisación.
En los programas de televisión de la década del ’80 es donde se puede encontrar lo mejor del humor de Olmedo. Uno de sus primeros éxitos fue el personaje de “Lucy”, junto a Ethel Rojo, donde se vestía de mujer para conseguir trabajo, basado en el personaje de “Tootsie” que hizo Dustin Hoffman en 1982, en la película de Sydney Pollack.
Otro de sus memorables personajes fue el “Yeneral González” el general de Costa Pobre y “Perkins”, el mayordomo que miraba cómplice a la cámara cuando le decía a la condesa (Susana Romero), que esperara al conde (Adrián “Facha” Martel), en su habitación y con la luz apagada.
Otros personajes que quedaron en el recuerdo de la gente fueron “Chiquito Reyes”, “Rogelio Roldán”, empleado de un déspota jefe alemán (Vicente Larussa) y “El Manosanta”, un pai umbanda que atendía con su secretaria (Beatriz Salomón) a un padre (Javier Portales) que llevaba a la consulta a su hija (Adriana Brodsky). Pero quizás el punto máximo de sus improvisaciones ocurrieron en el sketch de “Álvarez y Borges”; dos supuestos periodistas que esperaban en una sala, para tener una entrevista con el director de un diario. En ese sketch, Olmedo se lucía con sus ocurrencias y Javier Portales por ser un excelente partenaire.
Alberto Olmedo acuñó frases históricas como: “y... si no me tienen fe...” y “éramos tan pobres...”. Se caracterizó por no seguir un guión fijo y fue uno de los primeros en mostrar el “detrás de cámara” en la televisión. Con sus bromas inesperadas sorprendía al público y a sus compañeros. Supo transgredir los códigos de la televisión, haciendo cómplice al espectador.
Fue el creador de lo que hoy se denomina publicidad no tradicional ( PNT) o “chivo” como se lo llama informalmente, cuando Perkins hacía un gesto levantando el brazo derecho y pronunciaba: “savoy... savoy” , que por entonces, era un conocido local de bebidas en la avenida Callao y al que Olmedo solía concurrir.
En el verano de 1988, estaba haciendo con éxito en Mar del Plata la obra “Éramos tan pobres”. La noche previa a su muerte, estaba cenando con unos amigos, cuando a las dos de la madrugada recibió el llamado de Nancy Herrera, su mujer, para avisarle que estaba en Mar del Plata. Olmedo saludó a sus amigos después de la cena y fue al encuentro de su mujer. Un amigo del cómico contó después que “ellos estaban distanciados y él sufría mucho. Estaba feliz porque se iban a reencontrar”. Esa fue la última vez que lo vieron con vida, lo demás ya es conocido.
Esa mañana del 5 de marzo de 1988, hace 20 años, Alberto Olmedo quedó para siempre en la memoria y el corazón de muchos argentinos que nos reímos con sus personajes y con su particular humor. Como escribió Fito Páez en la canción Tema de Piluso: “Nada nos deja más en soledad que la alegría si se va. Volar, volar, volar, volar, volar, ¿cómo es Alberto volar al más allá...?



Claudio Carraud
ccarraud@hotmail.com



Publicado en Gualeguay al día el 2/3/08

No hay comentarios: