sábado, 19 de septiembre de 2009

Gualeguay partido

Escribo desde la indignación. Sé que no debería hacerlo. Sé que un periodista debe despojarse muchas veces de las emociones al sentarse frente a la pantalla de la computadora a escribir. Pero a veces… ¿cómo hacerlo? Cómo hacer para estar informado de lo que pasa, ver lo que sucede y escribir sobre otra cosa. Hubiera querido –y estaba dispuesto- a escribir sobre otros temas. Había buscado otros temas que –a juzgar por mi gusto personal- son más interesantes de leer; pensando en usted que seguramente no querrá “cargase” de los problemas por los que atraviesa la ciudad. Lo lamento, no pude sentarme a escribir sobre otro tema y le pido disculpas, pero urge, es necesario, reflexionar sobre lo que nos pasa y lo que le pasa a Gualeguay.

Estamos enfermos, así, como lo lee. Estamos enfermos de politiquería, lamento dar tan penoso diagnóstico; aunque usted seguramente ya se dio cuenta. Sé que más de uno se sentirá tocado y le molestará esto que escribo. Pero la indignación no me hace pensar de otra manera. No me deja ver, en la clase política gualeya, otra cosa que no sea eso; politiquería.

Para que nos entendamos redefinamos los términos, como dijo alguien. El término politiquería, según la definición del diccionario es “la acción y efecto de politiquear”, entendiendo este verbo en su acepción de “hacer política de intrigas y bajezas”.

Politiquería es justamente lo que se hace en nuestra ciudad. Es una lástima, en una ciudad chica, donde muchos jóvenes deben irse para buscar un porvenir mejor, porque Gualeguay no les ofrece posibilidades de crecimiento; pero no por eso dejan de querer y extrañar a su pueblo. Una ciudad donde la pobreza se nota cada vez más, dónde es difícil conseguir trabajo, donde muchos buscan “acomodarse” merced a la política.

Politiquería es lo que demuestran nuestros representantes. ¿Por qué? Por ganar una cuota de poder, por tratar de sacar una ventaja, por buscarse un lugarcito en un escalón más arriba; por no entender que la política debe ser un servicio hacia la gente y no un medio para posicionarse mejor y sacar ventaja personal en el juego de la democracia.

Esta semana, particularmente, dejó al desnudo lo que ocurre en nuestra ciudad. Por un lado causa pena e indignación que quienes han elegido ser dirigentes políticos dentro de los diferentes partidos, no se puedan sentar a dialogar, no tengan vocación de diálogo, algo fundamental para convivencia democrática.

La UCR bajo la conducción del ex intendente Héctor Jaime, decidió dar por concluido el diálogo ante la negativa del Ejecutivo Municipal –según los términos de Jaime- de dar la información que habían solicitado. En declaraciones a Radio Gualeguay Jaime sostuvo que “lo que nos molestó es que nos hagan perder el tiempo” y especificó que "lo que nos jode es la pobrísima información suministrada. Queremos tener números reales de lo que pasa en la Municipalidad para hacer un análisis serio".

Pregunto: ¿qué tiene para ocultar el Ejecutivo Municipal para no mostrar la documentación como corresponde? Si es verdad que la Municipalidad tiene intenciones de ocultar información, es un hecho condenable porque no hace más que crear intrigas y sospechas sobre el manejo de fondos públicos y sobre políticas de Estado. Pero por otro lado, la oposición no debería terminar el diálogo sino, por el contrario, seguir insistiendo en el camino de la charla, el debate, la discusión, porque es el único camino que conduce al mejoramiento de las cosas. El diálogo político es fundamental para solucionar los problemas de la ciudad.

Otro de los hechos vergonzantes es el nivel de escándalo que se vive en el Hospital San Antonio con la designación de un nuevo director. La semana pasada se había hablado de que asumiría Mauricio Orgambide pero hubo una marcha atrás en la designación, aunque nadie supo explicar las razones, más allá de la explicación que dio Pablo Basso sobre la falta de consenso. Se habla de las presiones de los gremios, pero los gremios no se hacen cargo de esto, negando toda influencia en la decisión. Se habló de que la responsabilidad le cabía al Senador Hernán Vitullo, pero ante la consulta del periodista Jorge Barroetaveña, Vitullo hizo responsable al intendente Erro de haber influenciado ante el gobierno provincial porque Orgambide había participado en la marcha de los productores agropecuarios y eso demostraba que era contrario a la política provincial y nacional.

En todo ese dimes y diretes cabe destacar una frase pronunciada por el ex director del Hospital Marcelo Osman que revela dónde puede terminar todo esto; “nos vamos a quedar sin hospital” sentenció –acertadamente- Osman.

La clase dirigente debe hacerse cargo de lo que pasa en Gualeguay, se debe cambiar la realidad que hoy les toca vivir a los gualeyos. La clase dirigente debe ser consciente de que Gualeguay está partido, fragmentado y hay que volver a unirlo y unirse, por el bien de todos y por el progreso de la ciudad.
Claudio Carraud

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