sábado, 19 de septiembre de 2009

Marcelo Gómez, creador de talentos



Juan Martín Del Potro entró en la historia grande del tenis mundial cuando, tras vencer al número uno del mundo Roger Federer, se consagró campeón del US Open, uno de los cuatro torneos de Grand Slam.

Desde que Guillermo Vilas ganó en 1977 ningún otro latinoamericano había ganado el US Open hasta el lunes pasado. Del Potro, nacido en Tandil el 23 de septiembre de 1988, logró la hazaña y su sueño de chico, cuando comenzó a practicar tenis en las canchas del Club Independiente, en su ciudad natal.

Marcelo Gómez es uno de los responsables del presente que vive Del Potro. El “Negro” Gómez –como se lo conoce en Tandil- fue quién le enseñó a jugar cuando Juan Martín tenía 6 años y lo entrenó hasta el año 2007, cuando logró escalar hasta el puesto 53 del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP).

El lunes a la tardecita la ciudad de Tandil se paralizó para ver el partido más importante de la carrera de Juan Martín Del Potro. Independiente se llenó de chicos y grandes que alentaron a Del Potro mirando el partido en una pantalla gigante instalada en el quincho del club.

Al día siguiente del gran triunfo de Del Potro, pudimos dialogar con Marcelo Gómez para hablar sobre el gran presente que vive “La torre de Tandil”.

- ¿Dónde viste el partido?
- En el club, se puso una pantalla gigante que fue lo que mostraba ESPN durante el partido.

- ¿Cómo viste el partido?
- Yo creo que Juan Martín en ese partido pasó por todas las etapas. Al principio no sentía los golpes; no anduvo bien, pero siguió luchando. Creo que el secreto del partido estuvo ahí; no dejó nunca de jugar, no dejó nunca de insistir, de luchar. Al principio lo sufrí mucho porque veía que Juan Martín no jugaba, que estaba muy nervioso, que él se sentía superado por Federer.

-¿Creés que Juan Martín sintió la presión psicológica de estar enfrentándose a Federer?
- No. Él lo que sintió es un vendaval de Federer que jugó increíble. No le dio chance, lo hizo dudar todo el tiempo y jugó al límite todo el tiempo. Lo tuvo contra las cuerdas, no lo dejó hacer nada y Juan Martín no centraba la pelota, no encontraba sus tiros. Fue muy difícil el comienzo pero se sobrepuso. Es muy difícil una final, con el marco de público, con Federer… y se sobrepuso, luchó, buscó. Le encuentra la vuelta en el 3-1 del segundo set, que le quiebra el saque y vuelve a recuperar el quiebre que había sufrido al principio. Ahí apretó el puño y creo que ahí cambió el partido; en ese lugar cambió el partido. Comenzó a luchar, a ver que se podía. Después que gana el tie break en el segundo set yo dije: bueno… acá se da, se puede. Juan se pone arriba 4-3 con el saque pero pierde el saque entero en cero. Gana Federer el de él y después Juan Martín hace dos doble faltas que vos decís: con esos errores a Federer no le ganás. En el cuarto set siguió luchado; se le dio en el tie break y cuando le quiebra el saque a Federer en el segundo game del quinto set pensé: acá hay una ventanita, acá se puede. Después ratificó muy bien su saque y ahí ya se encaminó para la victoria.

- Por momentos a Juan Martín se lo vio muy sólido, pegando muy fuerte el drive…
- Empezó a soltar el brazo y a demostrarle a Federer que quería ganar y creo que Federer lo sintió; perdió la intensidad, perdió todo lo que había hecho y finalmente Juan Martín lo pudo ganar.

- A tu criterio ¿qué significado tiene para Del Potro este triunfo?
- Yo creo que un doble significado; ganarle al mejor del mundo en este torneo, en el lugar en el cual él hacía cinco años que no perdía y ganar el US Open; cumplir un sueño de él de chico. Así que imaginate todas las cosas que le pasaron por la cabeza.

- ¿Pensás que este triunfo marca un antes y un después en la carrera de Juan Martín?
- Siempre hay un antes y un después de algo importante, Yo creo que ahora Juan Martín tiene que estar enfocado a lo que tiene que hacer. Los entrenadores que tiene hoy están para eso; para contenerlo, para marcarle el camino. Están para decirle que hay que seguir trabajando, no bajar los brazos, no aflojar. Que está en un lugar que se lo ganó y está bien merecido y que tiene que seguir trabajando para seguir progresando; ir por más que es el segundo sueño de él: ser número uno del mundo.

Marcelo Gómez nació el 20 de julio de 1970 en Río Cuarto, pero desde los 6 años vive en Tandil. Aprendió a jugar al tenis en la escuela de Pérez Roldán. En la escuela de tenis del Club Independiente de Tandil formó muchos jugadores. Los más destacados además de Juan Martín Del Potro son: Mariano Zabaleta; Juan Mónaco, hoy Nº 37 en el ranking ATP; Máximo González, Nº 69; Diego Junqueira, Nº 153.

- Siempre le tuviste confianza a Juan Martín; hace unos cuantos años decías que iba a estar entre los diez mejores del mundo, hoy está entre los cinco mejores…

- Sí; siempre le tuve confianza, desde que empezó a jugar los primeros “Futuros” (torneos menores), la verdad que siempre trabajé para eso. Siempre pensé que el objetivo era que estuviera entre los diez mejores del mundo y que algún día hiciera lo que está haciendo hoy. Son cosas que se dan, que es mérito del jugador. Uno trabaja para que esto suceda; si se trabaja con seriedad y hay talento se pueden dar las cosas.

- Vos entrenaste a Del Potro hasta el 2007 ¿por qué dejaste en entrenarlo?
- Porque Juan tenía que dar un salto de calidad, estaba 53 del mundo. Él buscaba más contención; había empezado a buscar cosas que por ahí yo no le podía dar, que era mayor asistencia, viajar más, estar más. Y sobre todo pensábamos que yo no tenía la experiencia de los grandes torneos y había gente que la tenía; se decidió por Franco Davín que era gente de Tandil y del club.

Franco Davín nació en Pehuajó y se formó tenísticamente en su ciudad natal hasta los 13 años, cuando se suma a la escuela de Pérez Roldán en Tandil. Por esos años forma un exitoso cuarteto junto a Guillermo y Mariana Pérez Roldán y a Patricia Tarabini. Davín se retiró del tenis en 1998. Uno de sus mayores logros como entrenador fue cuando Gastón Gaudio ganó Roland Garros en 2004 y ahora este US Open entrenando a Juan Martín Del Potro.

- ¿Qué pensás que le dio Davín?
- Franco le dio la tranquilidad que necesitaba en ese momento; le marcó un poco el camino del trabajo y de seguir insistiendo. Y básicamente de transmitirle la experiencia que había vivido con (Gastón) Gaudio en Roland Garros. Juan Martín confió en él; pienso que es lo más importante es que un jugador te tenga fe, y la verdad que se trabajó muy bien y los resultados están a la vista.

- Mientras tanto, vos seguís entrenando chicos en Tandil…
- Sí, trabajando a full y tratando día a día de sacar algún jugador.

- ¿Y ves alguno que está en camino, quizás no como Juan Martín pero que puede llegar a estar entre los cien mejores del mundo?
- La idea es esa; se trabaja para que los chicos puedan llegar a estar entre los cien. Y sí, hay chicos que están trabajando bien, que son chicos, que son jóvenes; que quieren, que tienen un espejo como Juan Martín que es muy importante, después con el tiempo y lo que ellos pongan se verá si lo pueden lograr.


- ¿Qué responsabilidad tenés vos en esa escuela que se ha formado en Tandil y que tiene prestigio internacional en el tenis?
- Y… yo creo que uno es casualidad, dos no tanto, tres menos... (risas) Es trabajo de muchos años; formar un jugador te lleva 10 ó 12 años de trabajo y hace mucho que estoy haciendo esto; trabajando con los chicos. Tengo una línea de trabajo; sé para dónde hay que ir, sé lo que hay que hacer y fruto de este trabajo son todos estos chicos que han salido, que hoy nos representan en el mundo y que hacen quedar muy bien a la escuela del club.




Claudio Carraud
ccarraud@hotmail.com

Gualeguay partido

Escribo desde la indignación. Sé que no debería hacerlo. Sé que un periodista debe despojarse muchas veces de las emociones al sentarse frente a la pantalla de la computadora a escribir. Pero a veces… ¿cómo hacerlo? Cómo hacer para estar informado de lo que pasa, ver lo que sucede y escribir sobre otra cosa. Hubiera querido –y estaba dispuesto- a escribir sobre otros temas. Había buscado otros temas que –a juzgar por mi gusto personal- son más interesantes de leer; pensando en usted que seguramente no querrá “cargase” de los problemas por los que atraviesa la ciudad. Lo lamento, no pude sentarme a escribir sobre otro tema y le pido disculpas, pero urge, es necesario, reflexionar sobre lo que nos pasa y lo que le pasa a Gualeguay.

Estamos enfermos, así, como lo lee. Estamos enfermos de politiquería, lamento dar tan penoso diagnóstico; aunque usted seguramente ya se dio cuenta. Sé que más de uno se sentirá tocado y le molestará esto que escribo. Pero la indignación no me hace pensar de otra manera. No me deja ver, en la clase política gualeya, otra cosa que no sea eso; politiquería.

Para que nos entendamos redefinamos los términos, como dijo alguien. El término politiquería, según la definición del diccionario es “la acción y efecto de politiquear”, entendiendo este verbo en su acepción de “hacer política de intrigas y bajezas”.

Politiquería es justamente lo que se hace en nuestra ciudad. Es una lástima, en una ciudad chica, donde muchos jóvenes deben irse para buscar un porvenir mejor, porque Gualeguay no les ofrece posibilidades de crecimiento; pero no por eso dejan de querer y extrañar a su pueblo. Una ciudad donde la pobreza se nota cada vez más, dónde es difícil conseguir trabajo, donde muchos buscan “acomodarse” merced a la política.

Politiquería es lo que demuestran nuestros representantes. ¿Por qué? Por ganar una cuota de poder, por tratar de sacar una ventaja, por buscarse un lugarcito en un escalón más arriba; por no entender que la política debe ser un servicio hacia la gente y no un medio para posicionarse mejor y sacar ventaja personal en el juego de la democracia.

Esta semana, particularmente, dejó al desnudo lo que ocurre en nuestra ciudad. Por un lado causa pena e indignación que quienes han elegido ser dirigentes políticos dentro de los diferentes partidos, no se puedan sentar a dialogar, no tengan vocación de diálogo, algo fundamental para convivencia democrática.

La UCR bajo la conducción del ex intendente Héctor Jaime, decidió dar por concluido el diálogo ante la negativa del Ejecutivo Municipal –según los términos de Jaime- de dar la información que habían solicitado. En declaraciones a Radio Gualeguay Jaime sostuvo que “lo que nos molestó es que nos hagan perder el tiempo” y especificó que "lo que nos jode es la pobrísima información suministrada. Queremos tener números reales de lo que pasa en la Municipalidad para hacer un análisis serio".

Pregunto: ¿qué tiene para ocultar el Ejecutivo Municipal para no mostrar la documentación como corresponde? Si es verdad que la Municipalidad tiene intenciones de ocultar información, es un hecho condenable porque no hace más que crear intrigas y sospechas sobre el manejo de fondos públicos y sobre políticas de Estado. Pero por otro lado, la oposición no debería terminar el diálogo sino, por el contrario, seguir insistiendo en el camino de la charla, el debate, la discusión, porque es el único camino que conduce al mejoramiento de las cosas. El diálogo político es fundamental para solucionar los problemas de la ciudad.

Otro de los hechos vergonzantes es el nivel de escándalo que se vive en el Hospital San Antonio con la designación de un nuevo director. La semana pasada se había hablado de que asumiría Mauricio Orgambide pero hubo una marcha atrás en la designación, aunque nadie supo explicar las razones, más allá de la explicación que dio Pablo Basso sobre la falta de consenso. Se habla de las presiones de los gremios, pero los gremios no se hacen cargo de esto, negando toda influencia en la decisión. Se habló de que la responsabilidad le cabía al Senador Hernán Vitullo, pero ante la consulta del periodista Jorge Barroetaveña, Vitullo hizo responsable al intendente Erro de haber influenciado ante el gobierno provincial porque Orgambide había participado en la marcha de los productores agropecuarios y eso demostraba que era contrario a la política provincial y nacional.

En todo ese dimes y diretes cabe destacar una frase pronunciada por el ex director del Hospital Marcelo Osman que revela dónde puede terminar todo esto; “nos vamos a quedar sin hospital” sentenció –acertadamente- Osman.

La clase dirigente debe hacerse cargo de lo que pasa en Gualeguay, se debe cambiar la realidad que hoy les toca vivir a los gualeyos. La clase dirigente debe ser consciente de que Gualeguay está partido, fragmentado y hay que volver a unirlo y unirse, por el bien de todos y por el progreso de la ciudad.
Claudio Carraud

jueves, 10 de septiembre de 2009

Benjamín Solari Parravicini, el Nostradamus argentino

Michel de Nôtre-Dame, más conocido como Nostradamus fue un médico provenzal de origen judío que vivió entre 1503 y 1566. Nostradamus no fue reconocido por lo que fue su actividad como médico sino por sus profecías que se conocieron en 1555 bajo el nombre de Las verdaderas centurias astrológicas y profesías.

Según lo descrito por sus biógrafos, Nostradamus, -que tenía mucho miedo de ser considerado un hereje por la Inquisición, en tiempos violentos donde publicar ciertas ideas podía costar la vida- escribió sus profecías en forma de cuartillas y utilizando metáforas, las cuales han sido interpretadas por quienes han estudiado sus escritos.

Tal vez debido al hecho de que sus cuartillas proféticas fueron escritas con oscuras metáforas, perduraron por siglos y han sido interpretadas de forma distinta por diferentes estudiosos a través de los años.

A Nostradamus se le adjudica haber predicho acontecimientos importantes de la historia acaecidos muchos años después de su muerte: el gran incendio de Londres de 1666; el reinado de Napoleón; el terremoto de San Francisco en 1906; el asesinato del presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy, en 1963; la primera y segunda Guerra Mundial, entre otros.

Pero así como Nostradamus fue conocido por sus predicciones y no por su labor de médico, en nuestro país también existió alguien que fue un reconocido artista plástico pero que su fama llegó de la mano de algo que, en principio, parecía tener que ver con la creatividad artística pero luego se comprobó que estaba más ligada a las profecías y a un don especial de videncia.


Benjamín Solari Parravicini, fue bautizado por Fabio Zerpa -uno de los que más ha estudiado su vida- como el Nostradamus argentino. Nació en Buenos Aires, el 8 de agosto de 1889; fue un artista plástico que durante su vida se fue transformando en un ser especial, con un espíritu cargado de amor y paz, según afirman quienes lo conocieron.

En 1932, estando en su estudio donde dibujaba y pintaba, comenzó a recibir de una extraña forma, algunas ideas que él atribuía a la espontaneidad de la creación y que eran volcadas en el papel. Pero esas ideas comenzaron a ser proféticas, porque con el tiempo se iban cumpliendo. Era como si una fuerza desconocida se apoderara de él; Benjamín dibujaba y escribía frases que ni él mismo podía llegar a comprender. Así fue creando lo que se conoce actualmente como “psicografías”.

Uno de los hechos más destacados de los vividos por Solari Parravicini fue en 1938. En medio de la noche, se despertó en forma abrupta percibiendo un fuerte olor a mar y algas en su habitación. Comenzó a escuchar una voz femenina, delicada. Benjamín escribió lo que escuchaba pero sin comprender demasiado. La voz le decía que se estaba separando de la vida, que veía imágenes hermosas y que “las algas le envolvían las manos como joyas muertas”. Al final del mensaje la mujer se identificó. Solari Parravicini escribió un nombre, un lugar y una fecha: “Alfonsina Storni, Mar del Plata, Octubre de 1938”. En ese mismo instante, pero a casi 500 kilómetros de distancia, en Mar del Plata, la poetisa se suicidaba internándose en el mar.

Solari Parravicini era profundamente católico, y al principio no le daba importancia a los mensajes que recibía, al punto tal de llegar a quemar muchos de ellos.

Desde 1936 y 1940, es la época donde Benjamín o Pelón –como lo llamaban en su familia- realizó muchas de las más de 700 psicografías que se conocen. Una de ellas es un dibujo que muestra dos hombres espalda contra espalda y llevan escrito Hitler y Mussolini. Dice en un costado “Con el mismo fin; el mismo fin”. Es de 1938 cuando recién surgían los dos líderes y la segunda guerra mundial no había comenzado.

En 1936 realizó un dibujo donde está Mussolini colgado de los pies, como sería expuesto junto a su amante, en Milán, casi diez años después, en 1945.

Otro de los dibujos destacados es el que predijo el atentado de las Torres gemelas del 11 de septiembre de 2001. En el dibujo de 1939 se lee: “La libertad de Norteamérica perderá su luz, su antorcha no alumbrará como ayer y el monumento será atacado dos veces”.

Otras predicciones de Solari Parravicini llaman realmente la atención. En 1938 escribió: “El can será el primer volador”, recordemos que la perra Laika fue la primera tripulante espacial, en una nave soviética. “Hombres voladores en la época del 60 al 70”. En ese período fueron los viajes espaciales y el hombre llegó a la luna en 1969.

Solari Parravicini realizó muchas predicciones sobre extraterrestres, seres de otras galaxias e incluso de contactos que tuvo con estos seres. Mucho se ha escrito y hablado sobre este hombre especial, con una personalidad particular, que murió hace casi 35 años, en diciembre de 1974 dejando su legado de psicografías para las generaciones venideras.





Claudio Carraud
ccarraud@hotmail.com

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Juan Manuel de Rosas, el maldito de la historia oficial

Presentación del libro de Pacho O’Donnell


Los caudillos eran investidos de poder y prestigio por sectores populares que reconocían en sus figuras a líderes capaces de conducirlos eficazmente en la lucha por los intereses y principios que compartían. Nuestra historia liberal, escrita por los unitarios vencedores en la guerra civil, los condenó al sótano de los “malditos” por bárbaros, crueles e ignorantes, castigándolos en la memoria colectiva de argentinas y argentinos por su oposición a los “civilizados”, según la disyuntiva planeada, con su habitual brutalidad semántica, por Sarmiento.

(Caudillos Federales, el grito del interior. Pacho O’Donnell)


Juan Manuel de Rosas, el maldito de la historia oficial es uno de los libros más controversiales de Pacho O’Donnell porque el personaje mismo, protagonista de este libro, lo es.

No hay duda de que puede reprochársele a Rosas su tendencia al autoritarismo. Nada justifica persecuciones, degüellos o fusilamientos. Pero tienen razón sus defensores al argumentar que la historia oficial se ha empeñado en cargar sobre sus espaldas toda la violencia de su época, de la que no se pudieron abstraer otros federales ni tampoco sus enemigos unitarios, escribió el autor en la Introducción.

La editorial Norma ha reeditado este libro, de uno de los más importantes historiadores revisionistas de nuestros días, para regocijo de quienes gustan de la Historia, y de los que quieran conocer sobre la vida de uno de los caudillos más importantes de nuestra historia.

La presentación fue en el teatro Andamio 90, en la ciudad de Buenos Aires, donde se dio cita numerosas personalidades del espectáculo y de la cultura argentina.

En el escenario, custodiado por una guardia de “Los Colorados del Monte” con vestimenta y banderas de época, fueron dejando su impronta artistas invitados, amigos de O’Donnell, que acompañaron a este en la presentación.

Así pasó el actor Juan Palomino que leyó un anónimo verso federal; el grupo de danza federal “Santos Amores” dirigido por José Luís Montoya; el cantor Jorge Suligoy; el actor Lito Cruz que leyó un fragmento de la obra “El Sable” de Pacho O’Donnell y la actriz María Florentino que leyó un verso federal muy antiguo.

Cerrando el acto, Pacho O’Donnell y Antonio Tarragó Ros representaron una parte del espectáculo Pasiones en la historia argentina, con textos de O’Donnell y música de Tarragó Ros. Fue así que los presentes pudieron disfrutar de dos textos; uno sobre el caudillo riojano Facundo Quiroga y su caballo el “Moro” a quien le adjudicaba poderes sobrenaturales, y otro sobre Encarnación Ezcurra, esposa de Rosas y activa partidaria del federalismo.

Concluida la presentación, tuvimos la oportunidad de dialogar con Pacho O’Donnell sobre la presentación de su libro y sobre aspectos controversiales de Juan Manuel de Rosas.

“Creo que a Rosas hay que mirarlo con ecuanimidad, no hay que hacer rosismo, pero tampoco hay que hacer antirrosismo. Entender a Rosas sin pasiones es muy importante para entender toda la historia argentina. Así que como ahora se ha reeditado mi libro sobre Rosas que fue un libro que muchos dicen -y creo que es cierto- cambió la forma de entender y de contar la historia argentina me pareció que valía la pena celebrarlo con algo que podríamos llamar una fiesta federal; con los Colorados del Monte, con Lito Cruz, Juan Palomino, con María Florentino; en fin, con muchos amigos, así que la hemos pasado bien celebrando el federalismo. Yo creo que el país hubiera sido mejor con una más acentuada organización federal y no tan centralista como es desde que se dictó la Constitución”, afirmó O’Donnell.

Mario “Pacho” O’Donnell nació en Buenos Aires, es Doctor en psiquiatría y psicoanálisis, escritor, y dramaturgo. Fue Secretario de Cultura de Buenos Aires y de la Nación, Senador Nacional y Embajador en Panamá y en Bolivia. Por su “aporte a la literatura hispanoamericana” fue condecorado con la Orden de Isabel la Católica por el Rey Juan Carlos I de España. También fue distinguido con las Palmas Académicas (Francia).

Ha publicado Teoría y técnica de la psicoterapia grupal, La teoría de la transferencia en psicoterapia grupal y El juego. Como dramaturgo estrenó entre otros, ¿Lobo estás?, Vincent y los cuervos, El encuentro de Guayaquil, La tentación y La tumba de Lorenzo.

Su obra literaria incluye las novelas Las hormigas de Chaplin, Doña Leonor, los rusos y los yanquis y el libro de cuentos La seducción de la hija del portero.

Sobre revisionismo histórico a publicado El grito sagrado, El águila guerrera, El Rey blanco, Los héroes malditos, Historias argentinas, Caudillos Federales, y las biografías Juana Azurduy, la teniente coronela; Monteagudo, la pasión revolucionaria; Che, la vida por un mundo mejor; y Juan Manuel de Rosas, el maldito de la historia oficial.

- Rosas es un personaje controversial en la Historia Argentina…
- Lo apasionante de Rosas es que es muy controversial y que ha sido muy deformado. A mí me gusta mucho escribir –justamente- sobre personajes polémicos; por eso escribí sobre Juana Azurduy, sobre el Che Guevara, sobre Bernardo Monteagudo, y sobre Rosas. A mí me interesan mucho aquellos personajes que, obviamente, están demasiado maltratados, demasiado olvidados, o demasiado “jibarizados”; hay algo ahí que hay que descubrir, que hay que sacar a la luz.

Según el autor “el principal pecado de Rosas -más allá de que era un hombre violento en tiempos en que eran todos violentos; también lo fue Urquiza, también lo fue Lavalle, también lo fue Paz- es que fue el jefe del bando perdedor y que la Historia la escribieron los ganadores y como no lo pudieron matar en la vida real se ocuparon de intentar matarlo en la Historia”.

“Rosas fue un jefe popular, sostiene el historiador, un jefe al cual seguían los sectores populares, la chusma como se le decía; los mulatos, los indios… y se enfrentó a la oligarquía porteña, oligarquía de contrabandistas, oligarquía especuladora. El erigió la unidad protocapitalista que fue la estancia, jerarquizó el trabajo productivo; él era un estanciero de campo no era un estanciero de ciudad. Rosas fue un hombre que defendió la soberanía, que se enfrentó a dos potencias que invadieron la Argentina y eso le mereció el premio mayor que puede tener un argentino que es cuando San Martín le lega su sable al morir. Rosas tenía también defectos; básicamente su gran error político fue negarse a dictar la constitución cuando de alguna manera el país ya estaba reclamando una organización constitucional, eso fue de alguna manera lo que selló su suerte. En cuanto a su tiranía, su violencia, Rosas no ha sido especialmente más violento que sus rivales; eran tiempos violentos”.

- ¿Y eso lo exonera de alguna forma?
- Yo diría que Rosas tuvo defectos y virtudes, lo que pasa es que siempre se le han visto nada más que los defectos, se ha cargado todo lo malo de la época. Por ejemplo: es absurdo que no haya una calle Rosas en la ciudad de Buenos Aires; habiendo calles de parientes de concejales, traidores a la patria, unos cuantos imbéciles. No solo no hay calle Rosas sino que no hay calle de caudillos, muchos de los cuales fueron héroes de la independencia como Estanislao López, Pancho Ramírez, como Chacho Peñaloza, como Francisco Bustos, como Felipe Varela. Ni siquiera hay calle Lucio V. Mansilla; hay calle Lucio N. Mansilla, pero no hay calle Lucio V. Mansilla. Porque Lucio V. Mansilla, sobrino de Rosas, si bien nunca fue rosista, luego de la caída de Rosas en Caseros, su familia, la familia Rosas, la familia Ezcurra, la familia Mansilla fueron muy atacadas, muy injuriadas y Mansilla salió en defensa y fue castigado. Y en Buenos Aires, insólitamente, no hay calle Lucio V. Mansilla, una figura extraordinaria de nuestra Historia. Creo que cerrar esas heridas todavía abiertas insólitamente, le hace muy bien al país.

Claudio Carraud

ccarraud@hotmail.com

Foto: Laura Pribluda. Gentileza Editorial Norma