sábado, 10 de mayo de 2008

Repasando el Futuro

Por Rafael Cuadrado
(desde España)
Mi hija se enfermó, contrajo una de esas enfermedades que padecen los niños frecuentemente y que sólo sirven para que los padres nos angustiemos, los niños disfruten de no ir al instituto unos días y gastemos dinero en medicamentos. Esto último cuando vivía en Argentina era casi tan angustiante como la propia enfermedad, desde que vivo en España se transformó en sólo un pequeño inconveniente. Un dato menor. ¿Y por qué? Qué pregunta interesante.
La primera respuesta que me viene a la mente es que el estado español tiene dinero suficiente para pagar el 90% del costo de esos medicamentos. Parece obvio, claro, pero por qué. Supongo que será porque la capacidad recaudatoria del estado es adecuada para eso, lo que también, claro está, parece obvio. Si mal no recuerdo en España se recauda el doble que en Argentina en porcentaje de su PIB (y España no es justamente de los países en los que mayor porcentaje del PIB se recauda), lo que me sugiere que la capacidad recaudatoria es entonces debida a que la gente paga más impuestos. ¿Y esto es así porque la gente quiere? No, nadie quiere pagar impuestos. ¿Porque es solidaria, generosa? No, si algo aprendí al cruzar las fronteras de mi barrio es que la gente es igual en todos lados. ¿Entonces por qué?
Quizá sea porque lo que la gente finalmente entendió es que para vivir con cierta comodidad y disfrutar de sus respectivas fortunas se le debe entregar al estado una parte de estas, para que el estado garantice un mínimo nivel de vida a la población general, un mínimo bienestar. El famoso estado del bienestar del que aquí están tan orgullosos. Entonces, pagan porque son inteligentes, no solidarios. Si los simples mortales podemos vivir con cierta tranquilidad con nuestros pequeños sueldos, entonces la vida es más tranquila, también, y sobre todo, para los que más tienen. Se empequeñecen las diferencias, porque los que ganamos menos tenemos un nivel de vida que no está demasiado lejos de los que más ganan. Los sueldos en las empresas entre jefes y empleados no están separados por diferencias abismales.
¿Y por qué entonces en Argentina no pasa esto? Recuerdo una frase famosa atribuida a Einstein que siempre creí inspirada en los argentinos: estúpido es quien espera resultados diferentes aplicando los mismos métodos.
Las clases dirigentes se empeñan tozudamente en no pagar impuestos, en que no haya un reparto equitativo de las riquezas, en que el estado sea flaco e inoperante, que no sea un factor determinante en la vida económica del país, y declaran orgullos que esto es lo que debe ser, que esto es la modernidad, que esto es lo que manda el liberalismo en el que creen firmemente. Y aquí encuentro una nueva diferencia, y es que ante la fuerte desaceleración de las economías del 1er mundo a la que nos enfrentamos, es el estado quien está interviniendo con rotundidad reinvirtiendo mucho de ese dinero recaudado en obras públicas, devolución de impuestos sólo a los que tienen ingresos por debajo de cierto nivel, en ayudas y beneficios sociales, en subvencionar las iniciativas que generen valor agregado, y todo esto para recuperar el crecimiento económico, y para frenar el ingente ritmo inflacionario.
Claro, que lo pueden hacer porque previamente lo recaudaron, y lo recaudaron porque quienes pueden pagar pagan, y cuanto más tienen más pagan. Y si no pagan les sale más caro, porque al estado se lo dotó de los medios y la autoridad necesarios para garantizarlo. Y a nadie se le ocurre cortar una carretera para presionar al estado a que no les cobre tantos impuestos. Y no es porque no lo pensaron, porque escuché por la radio a productores agropecuarios mencionar el caso argentino casi como una amenaza. Pero esto no estaba motivado en el pago de impuestos, si no en el cobro de subvenciones por los pequeños productores que siempre son los más castigados en estas crisis.
Mi hija se recuperará en pocos días más, y muy a su pesar deberá volver resignada al instituto a seguir con su necesaria formación, pensando en su futuro. Mi país, será capaz de hacer lo mismo, o seguirá siendo la inspiración de Einstein.

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