sábado, 15 de agosto de 2009

Raúl González Tuñón: El poeta murió al amanecer

A 35 años de la muerte del poeta y periodista

Sin un céntimo, solo, tal como vino al mundo,
murió al fin en la plaza, frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos Musas: la esperanza y la miseria.
(El poeta murió al amanecer) Raúl González Tuñón

Su poesía influyó decisivamente en la cultura de nuestro país en las décadas del ’50 y ’60. Tal es así que es considerado uno de los fundadores de una corriente moderna de poesía urbana.

Según escribió una vez la periodista Silvina Friera sobre González Tuñón : “En el centro de su imaginación poética había putas –la del poema Ursulina, felina y escuálida, o Susana, la que sirve café-, payasos, marineros, ladrones, magos y obreros, que caminaban por el mundo de los márgenes, de los bajos fondos”.

Un puerto y otro puerto y otro, tal vez mañana / veré otros más lejanos. / Sirve café, sirve café, Susana. / Yo adoro la blancura de tus manos.
La calle es una exclamación inquieta; / la madama está echando los cerrojos. / Déjame ver tu cara, tu careta. / Yo adoro la dulzura de tus ojos.
(Versos a Susana)

Así es la poesía de este notable poeta argentino nacido el 29 de marzo de 1905 en el barrio porteño de Once, que participó de la vanguardia literaria de los años ’20, viajó luego a Europa y vivió en París y en Madrid, donde conoció a poetas como César Vallejo, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Federico García Lorca, y Pablo Neruda.

La obra de Raúl González Tuñón se inicia con El violín del diablo que publicó en Buenos Aires cuando tenía solo 21 años, en 1926. En ese mismo año, Roberto Arlt publica El juguete rabioso y el poeta gualeyo Carlos Mastronardi Tierra amanecida. Los tres, junto con Enrique González Tuñón (hermano mayor de Raúl), Borges, Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal, entre otros pertenecieron a la misma vanguardia literaria, el mantinfierrismo.

Por esos años, en la segunda mitad de la década del ’20, González Tuñón colaboró con la revista “Martín Fierro”. Esta revista solía polemizar burlonamente con el llamado grupo de Boedo, que agrupaba a los escritores identificados con la literatura social, quienes a su vez denominaban a sus colegas de “Martín Fierro” como “el grupo de Florida”. Boedo era un barrio del proletariado y Florida la calle elegante por esos años. Ese enfrentamiento era más político que literario, González Tuñón, al igual que Roberto Arlt mantuvo siempre relaciones cordiales con el grupo de Boedo, especialmente con el poeta Nicolás Olivari, con quién escribió en 1933 la obra Dan tres vueltas y luego se van, que se estrenó en el teatro “La Máscara” recién en 1958.

Raúl González Tuñón fue, al igual que su hermano Enrique –cuatro años mayor-, periodista. “Cuando ingresé tras él al diario Crítica – una etapa apasionante, un fenómeno periodístico extraordinario, algo decididamente no superado- parecíamos una sola persona, coincidíamos en todo. En adelante me estimuló, me ayudó, aun desde lejos y hasta su último aliento”, contaba Raúl sobre su hermano Enrique, que murió el 9 de mayo de 1943, y había sido compañero de Roberto Arlt en esas páginas policiales memorables del diario Crítica.

En 1928, poco antes de embarcarse rumbo a Europa, Raúl González Tuñón publicó Miércoles de ceniza. Y estando ya en París, escribió uno de los libros considerados fundamentales en su obra La calle del agujero en la media, publicado en 1930.

Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad, / una calle que nadie conoce ni transita. / Solo yo voy por ella con mi dolor desnudo / solo con el recuerdo de una mujer querida. / Está en un puerto. ¿Un puerto? Yo he conocido un puerto. / Decir, yo he conocido, es decir: Algo ha muerto.
(La calle del agujero en la media)

En 1934 publica El otro lado de la Estrella y Todos bailan, poemas de Juancito Caminador, un personaje inspirado en un artista de circo y en la marca preferida de whisky del autor (Johnny Walker), que se convirtió en un álter ego literario de González Tuñón.

En 1936 publica otro de sus libros claves, La rosa blindada, inspirado en el levantamiento minero en Asturias, de donde eran originarios sus padres. Esta obra poética fue de gran importancia porque constituyó una de las más firmes influencias de los posteriormente llamados “poetas de la Guerra Civil española”, muy especialmente de Miguel Hernández, uno de sus más representativos.

Su labor periodística la desarrolló tempranamente en Crítica, El Mundo, en revistas como Martín Fierro, Proa, El Hogar. También colaboró en el diario La Nación y en 1948 ingresó a Clarín realizando críticas sobre artes plásticas.

En 1973, el periodista y escritor Horacio Salas, le realizó un extenso reportaje. Casi sobre el final, Salas le pregunta:
- ¿Qué pensás de la muerte?
- La veo como algo que tiene que ver con la vida, con el otro lado de la vida. Con un pie en la dialéctica y otro en el panteísmo, creo que “nada se pierde y todo se transforma”

El 14 de agosto de 1974 Raúl González Tuñón murió en Buenos Aires.

En “El poeta murió al amanecer” escribió: Algunos, los más viejos, lo negaron de entrada. / Algunos, los más jóvenes, lo negaron después. / Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos, / los parroquianos del Café, / los artistas del circo ambulante, / unos cuantos obreros, / un antiguo editor, / una hermosa mujer / y mañana, mañana, / florecerá la tierra que caiga sobre él.

Claudio Carraud

ccarraud@hotmail.com






1 comentario:

Agustín Castillo (México) dijo...

Para mí, el más grande poeta Argentino sin duda.