viernes, 25 de junio de 2010

Reencuentros

Un mes especial, de gratos y emotivos reencuentros


Siempre son gratos y emotivos los reencuentros. Mucho más cuando se trata de personas que han tenido una influencia importante en nuestras vidas. Y para mí, este mayo que termina, fue un mes importante por los reencuentros que me tocó vivir.


Los protagonistas de esos reencuentros fueron tres personas que gozan de mi más alta estima y admiración. Influyeron, cada uno a su manera y seguramente sin proponérselo en este camino marcado por la actividad periodística en aquellos primeros años, en el comienzo de lo que era una vocación insoslayable por la comunicación.


Las personas de las que hablo son Mario Alarcón Muñiz, Roberto Romani y Miguel Enrique Diorio.


A las dos primeras, Mario y Roberto, tuve la alegría de encontrarlos en el stand de la imprenta de Entre Ríos en la Feria Internacional del Libro que se llevó a cabo en el Predio Ferial de Palermo a principios de este mes.


El miércoles 5 de mayo fue el día elegido por la provincia para desarrollar diferentes eventos y presentar en esta feria internacional las actividades culturales. De ahí la presencia del subsecretario de Cultura de la provincia, Roberto Romani, a quien después de varios años de no ver personalmente pude saludar con un afectuoso abrazo y descubrir que a pesar del tiempo y del cargo, nunca tan bien merecido, que hoy ostenta este hombre de la cultura, su sencillez y simpatía siguen intactos. Encontrar a Roberto casi igual a aquel joven director artístico de Radio Gualeguay donde comencé a trabajar, hizo nutrir la charla de anécdotas de aquellos años inolvidables cuando LT 38 era la única radio de la ciudad.


Esa tardenoche junto a Romani y desde el stand de la imprenta de la provincia, Mario Alarcón Muñiz transmitió su programa “La Calandria” que se emite de lunes a viernes a las 19 por LT 14 Radio General Urquiza de Paraná. Este programa, que lleva 10 años en LT 14, ha recibido el reconocimiento del público de la provincia por la difusión realizada durante muchos años por Mario Alarcón Muñiz de la historia y la cultura entrerriana.


El reencuentro con Mario fue sentido, como el de maestro a alumno. Tras el afectuoso abrazo vino la frase del maestro; “he leído varias de las cosas que escribiste, me gustó la nota…” y ahí siguió el detalle de lo que el alumno siente como una aprobación por parte de quién tuvo mucho que ver en los primeros años caminados en la comunicación.


“No te vayas, vamos a charlar”, me dijo Mario mientras se ponía los auriculares para salir al aire. Para los que alguna vez trabajamos en radio, ese “vamos a charlar” significa hablar al aire, a micrófono abierto. Cosa que ocurrió un rato después donde, como hacía muchos años, compartimos el micrófono hablando de anécdotas de otros tiempos y de la tarea periodística actual.


Merced a la buena voluntad de Mario Alarcón Muñiz y al ímpetu que yo demostraba, comencé a trabajar en Radio Gualeguay. Siempre recuerdo –y en la charla en su programa no faltó esa anécdota- que Mario me enseñó que para trabajar en la radio era necesario saber cebar mate. Lo primero que me dijo el día que fui a hablar con él y le conté que yo quería ser locutor y periodista fue: “bueno ahora vamos a ir al estudio, te vas a sentar al lado mío y vas a cebar mate”. Con esto echó por tierra mis ansias juveniles y me demostró que ganarme un lugar me iba a llevar tiempo y esfuerzo. Eran otras épocas, donde la radio se hacía de otra forma, donde los códigos de la comunicación eran más formales y salir al aire implicaba una responsabilidad que hoy en día casi no existe.


Varios días más tarde de mi encuentro con Mario y Roberto, recibí el llamado telefónico de Miguel Diorio que estaba en Buenos Aires y aprovechamos la oportunidad para vernos personalmente después de muchos años. Encontrarme con Miguel, con Elsita su mujer, Josefina su hija, y Juani su hijo, futuro periodista deportivo que heredó de su padre y de su abuelo “Pototo” Diorio esa vocación por la comunicación, fue realmente movilizador.


Miguel ha sido un excelente profesional de la radio, pero por sobre todas las cosas lo caracteriza algo mejor; ser muy buena persona. Esto -a mí entender- es mucho más valorable. Porque uno puede ser un muy buen profesional pero si no se es buena persona, de poco vale lo primero.


A él me une una amistad que a pesar de los años y la distancia pareciera que el tiempo no ha transcurrido. Por aquellos años de mis comienzos en la radio, Miguel me brindó su apoyo y amistad. Compartimos muchos momentos en los informativos, en el programa de automovilismo que él conducía: “Autódromo y Camino” y compartimos la locución comercial en el equipo deportivo de la radio que transmitía el campeonato de la Liga Departamental de Fútbol.


El último trabajo juntos fue precisamente haciendo la locución deportiva en la transmisión que hizo Radio Gualeguay en el año 1985 cuando jugó el Club Atlético Urquiza con la tercera división del Racing Club, como parte del convenio por la venta de Ramón Medina Bello al club de Avellaneda. El relato de ese partido fue de Panchi Cosso, con comentarios de Mario Acuña y la locución comercial de Miguel y mía.


Por supuesto que el encuentro con Miguel estuvo cargado de anécdotas pero no solo eso, sino de cosas familiares, personales; además de temas que nos gustan y que tienen como eje la comunicación.


Estos encuentros con gente querida y admirada, que influyeron en mi vocación por la comunicación, me dejaron una sensación de nostálgica alegría porque “el tiempo no para…” como decía una canción, pero los afectos siguen intactos.

Claudio Carraud

ccarraud@hotmail.com

Publicado en El Día de Gualeguay y en EL DIARIO de Gualeguay el 30 de mayo de 2010.

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