viernes, 30 de abril de 2010

Roberto Juarroz, un gran poeta de instantes absolutos

Se cumplen 15 años de su fallecimiento



Roberto Juarroz es uno de los poetas argentinos que no ha tenido una difusión acorde con su importante labor en el ámbito de la literatura argentina.


Nació en Coronel Dorrego, en la provincia de Buenos Aires, el 5 de octubre de 1925 y murió el 31 de marzo de 1995. Este martes se cumplen 15 años de su desaparición física.


“Yo me he sentido atraído en primer lugar por los elementos de la naturaleza, contaba el propio Juarroz en un reportaje realizado por Luis Bravo en Montevideo en 1993. Nací en un pueblo al borde del campo. Mi padre era jefe de la estación de ferrocarril y teníamos enfrente el horizonte abierto. En esa pequeña ciudad de Coronel Dorrego me acostumbré desde muy chico a los silencios. Esas noches abiertas en donde se veían las estrellas, la luna nítida, los vientos, el agua, el árbol que para mí es un protagonista de la vida. Comencé mis lecturas muy temprano. Me atrajeron cada vez más y dediqué buena parte de mi vida a eso. Mientras tanto se fue configurando como lenguaje predilecto, o elector (tal vez me eligió a mí), la poesía


El silencio queda entre dos palabras / no es el mismo silencio que envuelve una cabeza cuando cae, / ni tampoco el que estampa la presencia del árbol / cuando se apaga el incendio vespertino del viento.
Así como cada voz tiene un timbre y una altura, / cada silencio tiene un registro y una profundidad. / El silencio de un hombre es distinto del silencio de otro / y no es lo mismo callar un nombre que callar otro nombre.
Existe un alfabeto del silencio, / pero no nos han enseñado a deletrearlo. / Sin embargo, la lectura del silencio es la única durable, / tal vez más que el lector.


En la Universidad de Buenos Aires (UBA) estudió Filosofía y Letras y gracias a una beca otorgada por esa casa de estudios, viajó a Francia para perfeccionarse en La Sorbona.
Durante muchos años fue director del Departamento de Bibliotecología y Documentación de la UBA donde además ejerció la docencia durante treinta años. También se desempeñó como bibliotecólogo para la UNESCO y la OEA en varios países.


Ejerció el periodismo en la revista Estos Es, entre 1956 y 1958, como crítico cinematográfico y en el diario La Gaceta de Tucumán, entre 1958 y 1963, como crítico literario. Dirigió la revista Poesía = Poesía desde 1958 hasta 1965 y colaboró en numerosas publicaciones argentinas y extranjeras. Además fue traductor de varios libros de poesía extranjera, en especial del poeta y dramaturgo francés Antonin Artaud.


“Leí mucha poesía, de todos los tiempos y en varias lenguas, -afirmaba el poeta- y poco a poco se fue formando ese hecho de vida que es escribir. Hasta que sentí que la poesía era un poco flácida, repetitiva, aún en los grandes poetas, con zonas en las cuales cedía la tensión interior, ese rango de intensidad que para mí tiene siempre el poema. Eso me llevó a concebir una poesía más ceñida, más estricta o rigurosa, en donde cada elemento fuera irremplazable. La inclinación fue la de recoger de las situaciones extremas eso que llevamos escondido en nuestro silencio, lo que barajamos y pocas veces decimos. Para eso necesitaba un tipo de lenguaje diferente que dejara de lado lo que las palabras tienen de ornamento, de euforia. Buscar formas de síntesis poética, que no es síntesis intelectual, en donde confluyeran emoción, sensibilidad, inteligencia”.


Desde junio de 1984 Roberto Juarroz fue miembro de número de la Academia Argentina de Letras y recibió importantes premios y distinciones: el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía y el premio Esteban Echeverría que concede anualmente la Asociación Gente de Letras de Buenos Aires, los dos premios en 1984; el premio de la Bienal Internacional de Poesía en Lieja, Bélgica, en 1992 y ese mismo año el premio Juan Malrieu de Marsella. Su obra ha merecido numerosos estudios críticos y ha sido traducida a varios idiomas.


Según Octavio Paz, “cada poema de Roberto Juarroz es una sorprendente cristalización verbal: el lenguaje reducido a una gota de luz. Un gran poeta de instantes absolutos”.


Buscar una cosa / es siempre encontrar otra. / Así, para hallar algo, hay que buscar lo que no es.
Buscar al pájaro para encontrar a la rosa, / buscar el amor para hallar el exilio, / buscar la nada para descubrir un hombre, / ir hacia atrás para ir hacia delante.
La clave del camino, / más que en sus bifurcaciones, / su sospechoso comienzo / o su dudoso final, / está en el cáustico humor / de su doble sentido. / Siempre se llega, / pero a otra parte.
Todo pasa. / Pero a la inversa.



El poeta italo-argentino Antonio Porchia (1885 - 1968) autor de Voces, que influyó notablemente en la obra de Juarroz, escribió: “Sin misterio, todo sería muy poco, tal vez nada. Y creador del misterio es el poeta pero el poeta como Roberto Juarroz, uno de los mayores poetas de nuestro tiempo. Es difícil elogiar a quien merece más que elogios. En estos poemas cualquier palabra podría ser la última, hasta la primera. Y sin embargo, lo último sigue”.



Pienso que en este momento / tal vez nadie en el universo piensa en mí, / que sólo yo me pienso, / y si ahora muriese, / nadie, ni yo, me pensaría.
Y aquí empieza el abismo, / como cuando me duermo. / Soy mi propio sostén y me lo quito. / Contribuyo a tapizar de ausencia todo.
Tal vez sea por esto / que pensar en un hombre / se parece a salvarlo.


Claudio Carraud

ccarraud@hotmail.com

Publicado en EL DIA de Gualeguay, Análisis digital y EL DIARIO de Gualeguay, el 28 de marzo de 2010.

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