lunes, 2 de junio de 2008

La pelea por la opinión pública


La pelea entre el gobierno y el campo ha sido, sin lugar a dudas, el tema excluyente de la semana. Después del acto de Rosario, donde las entidades ruralistas trataron de demostrarle al gobierno que todo el interior del país está unido y apoya al campo, el conflicto lejos de solucionarse se agravó. Cuando todos pensábamos que los presidentes de las organizaciones rurales se reunirían esta semana con Alberto y Carlos Fernández -los funcionarios encargados de llevar adelante las negociaciones-, todo volvió a foja cero.
El gobierno se ofendió por el tono de los discursos en Rosario y encontró en las palabras dichas por los dirigentes del campo, una excusa -más que ridícula- para no sentarse en la mesa de negociación a discutir y tratar de solucionar un problema que lleva casi tres meses y que, por lo menos hoy, no tiene visos de solución.
Es claro que el gobierno no quiere negociar absolutamente nada. No le interesa negociar el esquema de retenciones y apuesta a dilatar el conflicto en el tiempo, buscando desgastar la protesta y poner a la opinión pública de su lado.
En un intento por mejorar su imagen, el gobierno, por intermedio del jefe de gabinete Alberto Fernández, anunció el jueves una baja en la escala de retenciones. Por su lado, las organizaciones rurales tratarán mañana lunes de buscar un apoyo masivo en todo el interior del país, demostrando de esta forma que la protesta excede –hoy por hoy- al sector agropecuario.

La opinión de la gente común
La lucha es por la opinión pública. El tema pasa por ver para qué lado se inclina ésta. Pero ¿qué es la opinión pública?. No existe una definición taxativa del tema, pero una de las definiciones que quizás se adecue al caso es la que da el catedrático español Víctor Sampedro de la Universidad de Salamanca, cuando dice que la opinión pública es “ la opinión de la gente común que confiere poder”. Según explica Sampedro; “las urnas, los medios de comunicación, los sondeos, son de una importancia vital en las democracias porque recogen la opinión de la gente común y son tenidas en cuenta por los que ejercen el poder”.
La opinión pública es como la fiebre, es un síntoma y se la mide con un instrumento, un termómetro: las encuestas. Y si hay algo que al gobierno le interesa, son las encuestas, o los sondeos de opinión. Muchos analistas políticos sostienen que una característica del gobierno del ex presidente Néstor Kirchner fue tener muy en cuenta las encuestas. Pero las encuestas – esto vale aclararlo- no son o no tienen la verdad absoluta.
Esta semana el diario Clarín en su sitio web: Clarín.com, realizó una encuesta sobre 8.993 votantes. La pregunta era: ¿Está de acuerdo con la decisión del campo de volver al paro?. El 68.1% respondió que sí.
Por otro lado el diario La Nación a través de LaNación.com, hizo lo propio con la pregunta: ¿Cree que el nuevo paro convocado por el campo es el método más eficaz para obtener respuestas al reclamo?. Sobre 12.120 votos, el 80.8% respondió que sí.
Estos dos resultados hay que tomarlos con algunas salvedades pero quizás, es válido para medir la temperatura de la opinión pública.
Lo que cabe preguntarse es si la opinión pública -tal como la define Sampedro- está a favor del gobierno o a favor del campo. Creo que las aguas están divididas. Y esto lo saben los protagonistas de este conflicto y por eso la lucha es por tener a la opinión pública a favor.
El acto del 25 de Mayo en Rosario dejó en claro que mucha gente apoya el reclamo ruralista, gente que está ligada al campo y no tanto. Vale en este punto una reflexión: la gente común que apoya al campo ¿entiende perfectamente el esquema de retenciones móviles, que es el objeto de las protestas ruralistas?. Creo que no. La protesta de la gente común va mucho más allá de las retenciones. El apoyo al campo está basado en el descontento generalizado con la forma de gobernar del matrimonio Kirchner, y más precisamente de la presidenta Cristina Fernández.

La preocupación de la gente común
Si el conflicto con el campo se extiende mucho más en el tiempo y no se encuentran soluciones rápidamente, ¿qué pasará con la economía?. Esa, es la gran preocupación de la gente común, en definitiva de la opinión pública.
La inflación ha causado estragos en los salarios. La mayoría de los gremios están negociando aumentos porque los que fueron otorgados a principios de este año la inflación se encargó de devorarlos.
Esta semana, la llegada del frío vino de la mano de los graves problemas energéticos que tiene nuestro país; el gas se restringió para la industria, tratando de garantizar el suministro a los hogares. A esto se suma la escasez de nafta y gasoil y los consabidos aumentos en los precios de los combustibles.
El desabastecimiento es el otro fantasma que acecha. Aunque se anuncie que está garantizado el abastecimiento de los productos, la realidad es que se nota en las góndolas la escasez de algunos productos comestibles.
Rescato una charla que tuve esta semana con un amigo comerciante que vive en Gualeguaychú. Cuando le pregunté sobre como estaba la situación del mercado en esa ciudad me respondió: “helada, no se vende nada”, a lo que agregó: “el argentino es depresivo por reflejo y ante la menor inestabilidad, en una semana se para toda la economía”. Pero en algo era optimista este amigo mío: “lo bueno es que, cuando los problemas más o menos se solucionan, nos olvidamos de las cosas también en una semana”.
Yo me quedé pensando, ¿será bueno que los argentinos nos olvidemos rápido de las cosas?

Claudio Carraud
ccarraud@hotmail.com
Publicado en Gualeguay al día el 1/06/08

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