domingo, 29 de junio de 2008

Los argentinos somos creativos


Los argentinos somos creativos, de eso no caben dudas. Inventamos la birome, el colectivo, el dulce de leche, el corralito, los cacerolazos, los piquetes y los piqueteros.
En el ambiente de la publicidad, los mejores creativos de América Latina son los argentinos. Y hasta incluso en el mundo, los creativos publicitarios argentinos están considerados entre los mejores.
Un ejemplo de esto es Juan Cabral que trabaja actualmente en la agencia Fallon Inglaterra, lo que sería la meca de la publicidad, porque la publicidad inglesa es considerada una de las más creativas del mundo, y Cabral no es ajeno a esto.
En el año 2006 el comercial Balls, creado por Juan Cabral para publicitar el televisor Sony Bravia, fue elegido el mejor comercial del año. En este spot publicitario, filmado en San Francisco, Estados Unidos, 250 mil pelotitas de goma de diferentes colores, lanzadas desde unos cañones de aire comprimido, caían en cámara lenta por una calle con pendiente, creando así un efecto único.
Filmar este comercial fue muy complicado y antes de que saliera al aire, circularon por Internet filmaciones del backstage (detrás de la escena) del spot publicitario. Al momento de la salida al aire de la campaña publicitaria, el comercial ya era famoso, junto al prestigio de este creativo argentino salido de las huestes de Agulla & Bacetti, la agencia que revolucionó la publicidad argentina en la década del ’90.
Pero no es mi intención detenerme solamente en el aspecto publicitario, sino llevar el tema de la creatividad un poco más allá. Porque la creatividad, la imaginación, la inventiva, según muchos estudiosos no tiene límites y sirve en nuestra vida cotidiana para la resolución de problemas. Sobre esto, el escritor estadounidense Napoleón Hill (1883-1970) dijo: “Cualquier cosa que la mente humana pueda concebir y creer, se puede alcanzar”. Hill fue autor de numerosos libros de autoayuda, uno de los más conocidos; “Piense y hágase rico” ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo.
Edward De Bono en su libro “Seis sombreros para pensar” (de lectura obligatoria en las escuelas de publicidad y marketing), se ocupa del pensamiento creativo como el recurso máximo que tiene el ser humano. “La dificultad principal para el pensamiento, dice De Bono, es la confusión. Intentamos hacer demasiado al mismo tiempo. Las emociones, la información, la lógica, la esperanza y la creatividad nos agobian”. Por esa razón, este autor, inventa seis sombreros imaginarios para pensar y le da un color determinado a cada uno.
“Los seis sombreros para pensar nos permiten conducir nuestro pensamiento, tal como un director podría dirigir su orquesta” dice De Bono.
El Sombrero Blanco es neutro y objetivo. El Sombrero Rojo sugiere ira, furia y emociones, da el punto de vista emocional. El Sombrero Negro es triste y negativo, cubre los aspectos negativos. El Sombrero Amarillo es alegre y positivo, es optimista y cubre la esperanza y el pensamiento positivo. El Sombrero Azul es frío, y es también el color del cielo, que está por encima de todo. El sombrero azul se ocupa del control y la organización del proceso del pensamiento. Y por último el Sombrero Verde, que es césped, vegetación y crecimiento fértil, abundante. El sombrero verde indica creatividad e ideas nuevas.
En el libro “Seis sombreros para pensar” en el capítulo 1 De Bono dice que “si actúas como un pensador, te convertirás en uno”. Y comenta además: “Creo que uno de los dos originales de El Pensador de Rodin está en Buenos Aires, en la plaza frente al palacio legislativo. Por lo menos eso me dijo la guía mientras me señalaba este ocupado pensador tallado en bronce perdurable”.
Es verdad, en La Plaza del Congreso está emplazada una copia de la obra de Auguste Rodin (1840-1917). Pero por estos días en La Plaza del Congreso acompañando El Pensador están las carpas que se instalaron frente al Congreso en apoyo al gobierno -concretamente seis- y una en apoyo al campo.
Los argentinos somos creativos. Al líder de la Confederación Agraria de Entre Ríos, Alfredo de Angeli, se le ocurrió hace unos días comentar por los medios que, cuando el Parlamento debatiera la Resolución 125, los ruralistas instalarían una carpa verde en la plaza frente al Congreso. Una carpa verde, como el sombrero de la creatividad, de Edward De Bono. Pero lo que lamentablemente no sabía de Angeli es que cuando alguien tiene una idea creativa no debe comentarla públicamente hasta que se está por concretar. Y como él la comentó, los kirchneristas ni lerdos ni perezosos instalaron antes, no una sino seis carpas en la plaza.
Los ruralistas llegaron después y finalmente instalaron la llamada carpa verde, que en realidad es blanca. Pero además, el miércoles, sumaron otra idea creativa. Llegó a la plaza “Alfredito” un toro inflable que lleva ese nombre en honor a de Angeli. A la gente que visita la plaza le pareció tan simpático el toro, al punto de sacarse fotografías de recuerdo con el gran muñeco.
Los simpatizantes del gobierno no quisieron ser menos y redoblaron la apuesta. Pusieron dos pingüinos inflables que representan a Néstor y Cristina y además se pudo ver a varias personas disfrazadas de huevos, en una supuesta alusión a la valentía del gobierno y de sus simpatizantes.
De esta forma, la Plaza del Congreso se ha transformado por estos días en una gran kermés, donde se toma mate, se juega a la Play Station, al truco o una “tocata” de rugby.
Los argentinos somos creativos... ¿quién lo duda?

Claudio Carraud
ccarraud@hotmail.com
Publicado en Gualeguay al día el 29/06/08

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