domingo, 20 de julio de 2008

Crisis y oportunidad


Los chinos tienen una forma particular de simbolizar la palabra crisis. Lo hacen con dos símbolos; uno significa peligro y el otro oportunidad. Muy sabiamente, una cultura milenaria como la china, nos enseña que toda crisis implica un peligro pero también subyace una oportunidad. Y toda crisis es una oportunidad al cambio.
La crisis política que trajo el conflicto del gobierno con el sector agropecuario desembocó en algo mucho más serio de lo que muchos pensaban o evaluaban.
Indudablemente el gobierno subestimó desde el principio la protesta ruralista y no supo leer correctamente las señales que la ciudadanía iba dando, conforme pasaban los días. El matrimonio Kirchner jamás pensó que el enfrentamiento con un sector de la sociedad tomaría el volumen que en definitiva alcanzó.
A pesar de las protestas en las rutas, los cacerolazos de la gente -en su mayoría de clase media- y de las advertencias de muchos intendentes del interior que sufrían la paralización de la economía, el gobierno y más precisamente el ex presidente Néstor Kirchner, pensó que el poder edificado durante su gobierno no tendría límites.
La seguridad que le imponía el saberse poderoso le quitó la racionalidad necesaria para darse cuenta que la crisis excedía holgadamente el sector del campo y que el reclamo de la gente era un cambio en el estilo de conducción, cosa que nunca ocurrió.
La irracionalidad que demostró durante estos cuatro meses llegó al límite y ese límite se lo impusieron la sociedad y las instituciones democráticas. En tan solo una semana -ésta que pasó- todo el poder construido en estos años se derrumbó.
La movilización en el Monumento a los Españoles -donde se juntaron sectores tan disímiles como las entidades ruralistas, agrupaciones de izquierda, la nueva CGT Azul y Blanca, agrupaciones sociales y ciudadanos comunes- y la Cámara de Senadores donde se rechazó la Resolución 125, construyeron el límite a la irracionalidad y a un estilo de gobierno que el común de la gente rechaza.
Cobos: héroe o traidor
Patriota o Judas; héroe o traidor según quién lo juzgue. Así lo han calificado a Julio César Cleto Cobos desde que la madrugada del jueves, tras una maratónica jornada en la Cámara de Senadores, el Vicepresidente de la Nación, visiblemente nervioso y apesadumbrado dijo: “La historia me juzgará. No sé cómo. Y me perdone si me equivoco. Voto... mi voto no es positivo, mi voto es en contra”.
La sesión histórica en el Congreso de la Nación, que suscitó la atención de los argentinos, fue una vuelta al funcionamiento de las instituciones democráticas que tiene toda república.
Cobos debió soportar durante muchas horas la presión que le imponía su responsabilidad como Vicepresidente y la posibilidad de que fuera él quién tuviera que desempatar en caso de que la votación –tal como ocurrió- fuera pareja.
A medida que el tiempo transcurría y se fue aclarando el panorama en cuanto a la cantidad de votos que obtendría el oficialismo y la posibilidad de un empate, los “aprietes” a Cobos fueron aumentando. Cuando Kirchner se enteró de que existía la posibilidad de que el Vicepresidente votara en contra a pesar de las presiones recibidas, intentó por todos los medios impedir que estuviera presente en el momento de la votación.
El Vicepresidente ingresó a la madrugada a la Cámara de Senadores luego de una reunión privada con José Pampuro –vicepresidente provisional del Senado- quién intentó convencer a Cobos para que estuviera ausente al momento de la votación, cosa que finalmente no ocurrió. A las 4.25 de la mañana, luego de intentar en vano pasar a un cuarto intermedio para buscar un consenso entre los senadores, Julio Cobos dijo no a la Resolución 125.
En la lógica kirchnerista Julio César Cobos es un traidor, un Judas. Para los ruralistas y para la gente que apoyó el reclamo del campo, Cobos ha puesto la cuota de coherencia, mesura y racionalidad que nunca tuvo el gobierno durante cuatro meses cuando justificó su voto diciendo: “No creo que sirva una ley que no trae solución a este conflicto”.
La oportunidad de Cristina
La Presidenta de la Nación, Cristina Fernández dejó finalmente sin efecto, el viernes por la tarde, la Resolución 125 y retrotrajo la situación al pasado 10 de marzo. En principio, el conflicto con el sector agropecuario estaría solucionado, aunque las entidades ruralistas reclaman un plan agropecuario amplio que contemple la problemática de la agricultura, la ganadería, la lechería y las economías regionales.
El país atraviesa hoy una crisis política que ha tenido duras implicancias en la economía doméstica. La desconfianza en el gobierno, la fuga de capitales, la inflación, los problemas laborales y salariales son algunas de las consecuencias que ha tenido este largo conflicto.
Pero esta crisis puede transformarse en una gran oportunidad para la Presidenta Cristina Fernández. La oportunidad de comenzar a gobernar por “motu proprio”, sin que la sombra del ex presidente Kirchner entorpezca su accionar.
La gente quiere un cambio en el estilo de gobernar. La gente quiere que gobierne Cristina Fernández y no Néstor Kirchner, y que el ex presidente deje de tener influencia directa en las decisiones del gobierno.
Cristina Fernández tiene la gran oportunidad para demostrar que es capaz de llevar adelante un proyecto propio, de ponerse al frente del país, y de tener la personalidad suficiente para ser la Presidenta de todos los argentinos.

Claudio Carraud
ccarraud@hotmail.com
Publicado en Gualeguay al día el 20/07/08

3 comentarios:

Horacio Ricardo Palma dijo...

Me gusta mucho el ángulo del post.
Si se me permite una opinión, dejando aclarado que estoy en contra de la posición del gobierno con respecto a su política de retenciones (y de todo los demás), así y todo, estoy convencido que un Vicepresidente, en honor a la institucionalidad, nunca debe votar en contra del gobierno.
Histórico o no, más allá de la alegría futbolera con que hemos vidido esto, creo que Cobos no hizo lo correcto.
Recuerdo otras decisiones erróneas han sido aplaudir de pié el default, y empujar la huída de De la Rua...pero son cosas mías nomás.
Un abrazo
Horacio R Palma

Claudio Carraud dijo...

Horacio, esa es la gran disyuntiva entre el deber político y lo que dicta la conciencia. Un amigo decía que el gran tema es ser coherente entre lo que siento y lo que pienso. Entre lo que siento, lo que pienso y lo que digo. Entre lo que siento, lo que pienso, lo que digo y lo que hago.
Un abrazo

Horacio Ricardo Palma dijo...

De todas maneras, no creo mucho en eso de ser consecuente con "lo que siento". Creo mucho más en la fuerza de lo que "debo hacer".
Cuando uno hace lo que "debe", nunca puede sentirse defraudado interiormente, aunque sea distinto a lo que "siente"...
Sentimientos aparte, como "Vice", el debía hacer lo "correcto".
Es que las "defecciones" dependen siempre del traicionado...
Abrazo.
Horacio